Además de su procedencia, si algo tienen en común este grupo de palentinos es que, pese a la que está cayendo en el sector, no cambiarían por nada del mundo su profesión. Todo lo que tiene que ver con el camión, con la vida del transportista, los motiva, les activa los sentidos. Desde hace algo más de una década, este grupo de locos del camión se reúnen los fines de semana en torno a una mesa para compartir anhelos, expresar preocupaciones, aliviar tensiones o, simplemente, echar unas risas después de una semana de trabajo al volante. Un ritual que ahora han querido llevar más lejos con la creación de este Truck Club Doble Embrague. “En realidad, las reuniones siguen siendo igual que antes”, nos explica Alfredo Huertas, uno de los socios fundadores. “Pero para nosotros este proyecto es una forma de prolongar nuestra actividad profesional una vez hemos aparcado el camión”. Se trataba de oficializar un sentimiento, de registrar una pasión y demostrar que este oficio es, pese a las piedras del camino, una fuente de orgullo y disfrute. O al menos, sin duda, así lo sienten ellos.
Manos a la obra
La idea del Truck Club Doble Embrague comenzó a gestarse hace ahora un par de años. “Éramos más o menos diez personas, los de siempre”, cuenta Alfredo. “Fue durante una cena de Navidad. Comenzamos a darle vueltas a la idea hasta que Néstor dijo: ‘¡Hagámoslo!’. Él dio el arreón final y empezamos a movernos”. Entre ellos hay camioneros de ruta internacional, nacional y de corta distancia. La mitad son autónomos y la otra mitad trabajan como asalariados. Cada uno con sus horarios, sus ritmos de trabajo y las dificultades propias de su condición contractual. Sin embargo, en el momento de empezar a dar forma al proyecto, todos arrimaron el hombro, aunque hubiera que sacrificarse un poco más. “Tuvimos que dedicar horas y horas a los temas burocráticos. Cuando se trata de poner en regla una asociación, el problema es siempre el mismo: la falta de tiempo”. La madre de Carlos Alonso, el secretario del club, les echó un cable con los temas administrativos; también contaron con el apoyo de otras asociaciones similares, “como el Club Camión Cantabria (los organizadores del festival de Torrelavega); Urrutia, en Bilbao, y los amigos de Asturias, cuya ayuda fue muy importante”. Entre esto y más de una mañana haciendo cola cargados de sellos, firmas y permisos, finalmente, los chicos consiguieron que el Truck Club Doble Embrague echara a andar a finales del año pasado. Un logo, once socios y otros tantos chalecos. El sueño estaba cumplido, pero… las ideas siguen brotando.
El siguiente paso es encontrar una sede social. Y están en ello, nos consta. Pero, sin duda, el proyecto en el que están poniendo más empeño nuestros amigos palentinos es en montar en casa una festividad de San Cristóbal. “Hace dos años que no se celebra y hemos decidido organizarla nosotros”, nos confirma Alfredo. “Los requisitos administrativos están siendo infinitos y, como siempre, no tenemos el tiempo que querríamos para dedicárselo a los permisos y los temas logísticos”. No obstante, lo han logrado. De nuevo, mucho sacrificio y el apoyo incondicional de sus parejas y mujeres, que también han echado una mano para que la carga de trabajo fuera más llevadera. El objetivo, de nuevo, se ha cumplido. Ya hay fecha: el próximo 9 de julio.
De naturaleza optimista
Alfredo, Ramón, Carlos, Néstor… y el resto de los socios del Doble Embrague han sabido darle forma a aquella ilusión que una tarde de diciembre, hace ya dos años, alguien dejó caer sobre el mantel. Más allá del esfuerzo que supone poner en marcha una iniciativa de este tipo, a uno le provoca admiración, sobre todo, encontrarse de vez en cuando con gente que sin tener ningún objetivo económico se lanza a la aventura poniendo ilusión y sudor. Cambiando horas de sueño por horas organizando eventos y clasificando papeles. Horas y horas de conversaciones con concejales, amigos, compañeros, funcionarios… ¿El premio? Por un lado, la satisfacción, y por otro, ver que el esfuerzo merece la pena. Seguramente en el optimismo que destila cada uno de ellos está la clave de que las cosas funcionen.
Durante la jornada entera de domingo que pasamos con los chicos y sus familias apenas hubo tiempo para lamentarse de la crisis, de lo mal que están las cosas, del pozo sin fondo que a veces parece este oficio. Frases que, por desgracia, oímos más veces de las que quisiéramos. Al contrario. Son conscientes de las dificultades y no viven de espaldas a la realidad, pero afrontan la situación erguidos y con confianza. Ramón nos comenta que los lamentos y las quejas no tienen cabida en este grupo: “Estamos deseando llegar del curro par quedar y ponernos a hablar. Promover cosas, ideas, proyectos… No nos gusta andar quejándonos de cómo está el trabajo. Somos camioneros, no plañideras. Además, sólo estamos tocados, no hundidos, y en este sector siempre nos hemos levantado”. Lo dicho.
El amor por este oficio los ha llevado a juntarse y promover actividades. “Y eso es básico para formar parte del club”, asegura Ramón. “Uno no puede ser socio si ve este oficio como un trabajo y ya está. Ser camionero le tiene que correr por las venas. Lo importante no es que nos dedicamos al camión, es que lo vivimos, y ése es un requisito indispensable”. Damos fe de su compromiso. Durante la comida, entre risas, nos aseguran que desde que el club está en marcha, las facturas del móvil se han cuadruplicado.
Pero se sienten a gusto. Comparten gastos e intentan funcionar como una hermandad de transportistas. “Nos gustaría que la asociación se convirtiera en algo más que un grupo de amigos que se reúne una vez a la semana después del trabajo”, asegura Alfredo. “La idea es que se convierta en una plataforma de ayuda para camioneros”. Desde aquí os agradecemos vuestra hospitalidad y le deseamos lo mejor al Truck Club Doble Embrague. ¡Suerte, muchachos!