Dar coherencia a cualquier desafío, precisar cada paso y no dejarse intimidar ante ningún reto son las reglas básicas para jugar en esta Liga de Campeones. Este es el caso de Dotahur, empresa de transportes especiales.
Dispuestos ante un porte de naturaleza singular, uno puede fijarse más en los problemas que plantea y otro en las oportunidades que ofrece. Qué curioso. El reto es el mismo, pero la mirada es distinta.
Dotahur, como ya se puede imaginar el lector, se inscribe en el segundo grupo, y ese rol, junto con una actitud consecuente en cada momento de su historia, les ha hecho crecer como empresa a una altura, peso y volumen acordes con el tipo de mercancía que transportan.
Solo Camión escogió acompañar a una dotación de Dotahur en el transporte y descarga de tubos eólicos de 85 toneladas, 29 m de largo y 4,4 m de diámetro; como podría haber elegido un transformador, un barco, una prensa o la locomotora de un tren. Las particularidades hubieran cambiado y los detalles serían otros, pero la actitud sería idéntica.
Configurar cada tramo de este traslado requiere una coordinación precisa. “Conducir es solo una tarea más dentro de otras muchas, como planificar el remolque o ir jugando con las alturas y los ángulos del cuello y el portatubos. La confianza mutua entre pilotos es clave en lances como el de retener en una bajada, encarar una curva o sortear un puente”.
El protagonista de estas palabras es Santiago Ruiz, hombre con 18 años de experiencia en la casa, que hoy sumará a sus tareas habituales la de hacernos entender un tipo de porte que se sale de las pautas más corrientes.
“Este equipo portatubos es extensible y ensanchable. Sin la carga, su largo es de 40 m y su ancho de 3 m, pero cuando le echamos la mercancía, la anchura sube a 4,40 m y la altura llega a 4,60 m. ¿Cómo puede ser –se pregunta Santi para nosotros– que con un diámetro de 4,40 m la altura se sitúe en 4,60?, pues porque la circunferencia entra dentro del remolque, de manera que se puede ubicar la carga hasta a 5 cm del suelo.
Por suerte –concluye– en España tenemos muy buenas carreteras para este tipo de transporte, a diferencia, por ejemplo, de Francia, donde tanta rotonda te dificulta mucho la labor. Lo no tan bueno es que la legislación europea es muy dispar, así que tenemos colaboradores que nos ayudan a tramitar operativos en países como Bélgica, Francia, Países Bajos o Alemania. Se agradecería que la política de la UE fuera más homogénea en esta materia”.
En la carretera
El porte de caza mayor al que nos enfrentamos hoy es la base de un molino eólico. Santi conduce un MAN 680 8×4 que, junto con otro modelo igual, conforman la pareja principal de un parque móvil cargado de estrellas.
A pocos metros, y conmigo de acompañante, se sitúa Adrián Cortés, a los mandos de uno de los dos coches piloto. “Para un operativo en el que se pasen de los 50 m de largo o de las 160 t del conjunto, se requieren dos coches piloto –nos ilustra Adrián–. Si la carga superara los 5 m de ancho, es necesario además ser escoltado por la Guardia Civil”.
En la localidad valenciana de Xirivella nos atienden los hermanos Óscar y Manuel Hurtado, junto con su padre, también Manuel. Este último se resiste, a sus 72 años, a coger las rutinas que se le suponen a un jubilado, de manera que su presencia en la sede de Xirivella es siempre bienvenida.
“Mi padre –nos comenta Manuel, el hijo mayor– comenzó con un taller mecánico y llevaba una gruita para asistir a vehículos averiados. Al empezar los ochenta fundó Dotahur (Hurtado al revés) y se convirtió en pionero en Valencia de un sector, el de los transportes especiales, en el que hasta entonces se ejercía con cualquier cosa que se asemejase a un remolque, junto con unas imaginativas dosis de resolución e improvisación”.
La realidad actual de Dotahur, aunque la cepa permanezca incólume, es otra muy distinta a la de hace cuatro décadas. En sus instalaciones de Xirivella (Valencia) y Zaragoza operan veinte cabezas tractoras de primer nivel, así como siete furgones piloto, que miden puentes y estudian los trazados; y una sesentena de remolques preparados para desplazar toda suerte de volúmenes y mercancías.
La conversación con los Hurtado adquiere tintes de film de acción y aventuras entre calderas de 7,5 m de ancho, secaderos Yankee Dryer de 5,7 m de alto, un transformador de 270 t, portes de piscinas o fallas valencianas y prefabricados de hormigón de 50 m de largo y maquinaria de formas imposibles.
“El transporte especial no puede medirse con los parámetros del convencional –concluye Óscar Hurtado–. Exige mucha implicación y, sobre todo, ha de gustarte. A nosotros no solo es que nos encante –se congratula–, sino que tenemos además la suerte de contar con un equipo de unas treinta personas tan especiales como el tipo de transporte para el que trabajan, y con igual entusiasmo que el nuestro”.