Al bajarse Susana del camión siempre le manifiesta una honda gratitud. Le habla y se cuidan mutuamente. Su compromiso es sereno y leal. La semana ideal para Susana es aquella en la que todos los días aparece el sol y sus portes desde el puerto de Valencia, o la base de contenedores en Ribarroja, acaban a una hora que le permita disfrutar del final de la jornada junto a su hijo y su marido.
Para Pilar Blanco, el camión ha sido la tabla de salvación, tanto económica como anímicamente. También le han dado palos, pero estar al volante le devuelve la alegría. Contra la adversidad, nada como una sonrisa.
El afán medioambiental llega hasta los pueblos más recónditos del norte de Burgos de la mano de Olga y su Iveco Stralis 320. Hasta allí nos acercamos para compartir una jornada con esta camionera.
Su primer viaje, ese en el que te pones a prueba, sobre todo ante ti misma, fue como la épica preparación de la Maggie de “Million Dollar Baby” para boxear. ¿Nieve hasta las pestañas, reventón de rueda y problemas con las tarjetas y el Adblue? Prueba superada. Ya estás lista para subir al ring rutero.
Con 3 años, todos le recuerdan que no quería otra cosa que montar en el camión de papá, una pulsión infantil que ha devenido en su auténtico árbol de la vida.
Con cinco años, esta camionera pasaba noches de verano despierta para que su padre no se fuera de ruta sin ella, y luego se dormía en el camión. Su hijo, a la misma edad, le acompaña algún sábado con un heredado entusiasmo, calcado al que ella tenía.
De pequeña tenía locura por los camiones. Eduardo, su padre, del que ha mamado esta profesión, solo puede sentirse orgulloso de su Merce. Lo declara a los cuatro vientos.
El corazón a veces te tiene reservada una para cuando menos te lo esperas. Esta jiennense trabajó durante mucho tiempo en una tienda y, con sus tres hijos casi criados, ha decidido abrir los horizontes de su Villacarrillo de siempre para emprender ruta hacia sus anhelos más profundos.
Para Ángela Pérez, técnica superior en Integración Social y Atención Sociosanitaria, con diez años de experiencia en el sector, la pandemia supuso un viraje vital. Leer y oír que se necesitaban chóferes por miles la impulsó a hacerse camionera.
La recompensa suele estar precedida de motivaciones, ilusiones… Hasta que se ven cumplidos esos sueños, el camino ha de labrarse de esfuerzo, de trabajo. A veces, demasiado. Este es el caso de Ana Mesa, nuestra camionera, que, pese a su juventud, es ya una veterana en esto de la rosca. Contamos su historia, que bien merece la pena.
Con Oti Cabadas pusimos en marcha “Soy camionera”, una sección que quiere enfocar el sector del transporte por carretera desde otro ángulo. Una visión femenina de la profesión.