Lo que se ha consolidado como una convocatoria ineludible, para este grupo de conservadores de vehículos clásicos, empezó hace tres años como una simple diversión para probar a hacer una ruta con camiones restaurados en las Alpujarras, y hoy, en su tercera salida anual consecutiva, le ha tocado el turno a la comunidad de Albacete.
Los hermanos Parada han sido los anfitriones en esta ocasión para la expedición de veintidós camiones clásicos. Se han encargado de diseñar una ruta por su tierra, digna para disfrutar de sus parajes, de la conducción por sus carreteras secundarias y, cómo no, de su excelente gastronomía.
Dos días completos para poner a prueba su propia máquina y la de los compañeros, por sinuosas carreteras.
Aunque en esta ocasión, no para realizar un transporte como los de antaño, más próximo a una tortura, sino por el simple gustazo de disfrutar de un camión de los de antes, en carreteras de las de antes, sin prisa pero sin pausa, hasta llegar a la recompensa, degustar un buen almuerzo y una mejor sobremesa charlando de ruidos y rugidos de motor, dónde encontrar piezas, cómo pudiste reparar aquella correa o dónde conseguiste esto o aquello, o a la vuelta llevo yo el Pegaso de Transmarfil o el Troner de Harry, o el Leyland Comet de los hermanos Pintor.
Porque en definitiva, de eso se trata, de constatar que la restauración ha sido todo un éxito y que la vieja maquinaria es capaz de aguantar otros cincuenta años más. Tanto es así, que destacaremos que en toda la expedición no hubo ninguna avería, como anécdota, diremos que precisamente Pintor se quedó sin gasóleo, un descuido que no ocasionó más que algunas risas y conversación durante la cena.
En la excursión participaron, lógicamente, los hermanos Parada, con un Pegaso Europa y un Pegaso cabina cuadrada grúa, que hizo de vehículo de asistencia. José Reyes, alias Harry, con su Troner TX y Pegaso 10.80, mientras que Transmarfil acudió con el Barreiros 300 y Frutas Montosa con el Leyland Comet Europa y Pegaso Comet.
Los hermanos Pintor asistieron a bordo de su Leyland Comet, mientras que Juan Salvador lo hizo con su imponente Tecno El Naranjito. Los Savall llegaron con toda una flota, un Ford Transcontinental, hasta cuatro Pegaso y un Iveco Cowboy.
Gregorio Pereira también aportó a la expedición un Pegaso Tecno, mientras que Juan Antonio, de Tomelloso, otro Pegaso. “Chawi”, Jesús, lo hizo con un Troner TX, del mismo modo que Toni Giner y Marcos Segura. Antonio López “Trola” llegó al volante de su Volvo F12, y Pedro Tornero, al de un Troner.
De sinuosa ruta
Desde el punto base de los Hermanos Parada en Chinchilla, la expedición salió el viernes con dirección al sur, para recorrer poco más de unos 200 kilómetros por carreteras autonómicas y comarcales a través de la sierra de Alcaraz, en su mayoría.
Se atravesaron pueblos como San Pedro o Casas de Lázaro, conocido por sus magníficos telares, o Alcaraz, que da nombre a la propia sierra, así como Paterna del Madera, donde se realizó la parada para comer, no al azar, escogido por los hermanos Parada, pues en este pequeño municipio albaceteño se celebran dos grandes eventos, la Matanza y la Semana Gastronómica.
Otro pueblo con una extensa historia al paso de la ruta fue Bogarra, con la Torre de Haches, una antigua atalaya de vigilancia musulmana, aunque los orígenes de esta población se sitúan en el siglo VI a.C., como asentamiento íbero, pues se conserva la esfinge de Haches, hallada a los pies de la atalaya, anteriormente mencionada.
Otra población por la que transcurrió esta primera jornada fue el también antiguo Peñas de San Pedro, donde se encontraron dos vasijas pertenecientes a la Edad de Bronce, que se conservan en el Museo Arqueológico de Albacete. Para terminar la jornada, se volvió a Chinchilla a guardar los vehículos en la base de los Parada.
Tras un inicio de convocatoria con una primera jornada llena de historia, parecía imposible que la segunda pudiera estar a la altura, pero cuán equivocados podríamos estar.
Para el sábado, los hermanos diseñaron una ruta hacia el norte, en esta ocasión, con poco más de la mitad de kilómetros, alrededor de 120, pero con más carreteras de las de antes.
Prácticamente, siguiendo al río Júcar, se dirigieron hacia Valdeganga, un paraje de contrastes, donde se encuentra una llanura en la que proliferan viñedos y una ribera en la que se puede apreciar el paisaje en torno al río Júcar, para llegar a Alcalá de Júcar, declarada Conjunto Histórico-Artístico por Real Decreto, y comer en Pozo-Lorente. Allí mismo, durante la sobremesa, ya se decidió que el próximo año la convocatoria discurrirá por tierras extremeñas.