El transporte especial requiere reflexión previa, pero cuadrar un día te obliga a ser riguroso y elástico al mismo tiempo. Planificar y reinventar son dos conceptos parejos en Grúas Solución.
Si Eduardo Galdeano se parara a meditar delante de la puerta de esta empresa navarra en la que ejerce la máxima responsabilidad, cabeza en alto, sobre la evolución manifiesta en sus más de cuatro décadas de existencia, el sentirse orgulloso se convertiría en una cuestión no solo de derecho, sino casi de obligación.
Pedro Galdeano, su padre, seguro que también lo apremiaría a ello. Él fundó Solución en 1979, sin saber 100% dónde se metía, cuando vio que ya no podía compaginar su cometido de transportista para una fábrica de frenos, con otro que había emprendido como complemento económico-familiar para sacar rendimiento, con su legendario Land Rover Santana, a determinadas labores especiales que le eran encomendadas por algún taller o cliente puntual.
“El crecimiento fue tan exponencial que tuvo que decidir el camino que tomaba. No hace falta que os diga lo que acabó finalmente considerando, porque salta a la vista. El lance le salió redondo y yo estuve a su lado en todo momento.
Al principio –nos recuerda Eduardo– compaginé esa labor con los estudios, hasta que me pude sacar el carnet y meterme de lleno en la empresa. Mi padre ya está jubilado, pero a veces pasa por aquí, me da su apoyo en todo y disfruta contemplándonos trabajar y viendo hasta dónde hemos llegado”.
Con el tiempo, Grúas Solución ha generado una forma de trabajar consolidada, tratando directamente con el cliente, dado que la irrupción generalizada de los seguros da pie a cada vez más servicios.
“Para cosas que antes se hacía uno mismo –nos explica–, como cambiar una rueda o poner unas pinzas, ahora te llaman, porque son garantías cubiertas por el asegurador, con el que tenemos un contacto directo, ya muy informatizado, que hace que el servicio sea mucho más eficiente en cuanto a los medios precisos y la rapidez de acción”.
Lo especial y lo urgente
Un transporte especial (contenedores, maquinaria, casetas de obra, prefabricados…) es programable en esencia. Lo normal es ser requerido para el mismo con mucho tiempo de antelación para estudiar los procedimientos, planificar los medios y trazar la ruta.
El rescate, sin embargo, surge prácticamente siempre de la inmediatez. “Es necesario tomar decisiones veloces en cuanto a las maniobras que realizar. Aquí la experiencia te da mucho plus, y es lo que inclina a un cliente a reclamarte explícitamente a ti.
Ofrecer soluciones con presteza y no poner pegas es la fórmula que funciona. Si tú ofreces la solución –apunta Galdeano–, al cliente pocos detalles más hay que darle”.
El parque Solución para encarar ese transporte tan especial y aquel otro servicio tan urgente está compuesto por unidades pesadas Scania, MAN, Volvo e Iveco; así como tres vehículos ligeros de arrastre, seis plataformas para coche y furgón, un portavehículos, tres camiones pluma y otras tantas góndolas y grúas autopropulsadas.
Para acabar la relación, nos hemos dejado para el final su remolcador, modelo Scania 124, cuya imagen abre este artículo.
“Este remolcador tiene ya sus veinte años, pero como es un vehículo que kilómetros no es que haga muchos, se mantiene en plenitud y nos aporta una imagen sensacional con su carrozado.
En su momento –nos instruye el pamplonés– se usaban mucho las cadenas y las barras para este tipo de maniobras, pero con este vehículo, el remolcaje pasó a ser mucho más nítido y eficaz, al hacer que toda la responsabilidad de la maniobra recaiga sobre ti, sin depender de otros aspectos”.
El mejor compromiso de trabajo para con una empresa es muchas veces el que no es demandado, sino que se otorga motu propio; y esa es la sensación a la que a Galdeano le gusta poner el acento cuando nos habla de la plantilla de Grúas Solución, compuesta por una veintena de personas, alguna de ellas con hasta 26 años de presencia en ella.
“El personal que conforma Grúas Solución responde como un tiro a sus tareas específicas, ya sea en la oficina, asistiendo en carretera o afrontando un transporte especial; pero aquí se transmite en todo momento –Eduardo lanza una mirada cómplice a algunos de los empleados que también nos acompañan en la elaboración de este reportaje–una familiaridad tácita en conexión con una responsabilidad compartida.
Los que me conocen saben que cuando quiero integrar a alguien en la empresa, no busco precisamente una gran experiencia que brille en currículums, sino gente con aptitud, ilusión y ganas de aprender”.
Son estas palabras de un Eduardo que predica el ejemplo con su manera cercana de actuar, derivada de la misma pasión de aquel niño de 9 años que husmeaba ya por Solución cuando su padre era el que llevaba el timón. Al ordenador puede vérsele valorando algún trabajo o elaborando algún presupuesto, pero la silla le quema pronto.
“Yo soy de campo –ríe–. Me gusta estar montado en una grúa, organizar… estar ahí. Saber cómo se va a desarrollar una jornada es tarea casi imposible. Puedes planificar determinados trámites u obras en perspectiva, pero te llega una llamada a las 3 de la madrugada por el vuelco de un camión, como me ha pasado esta noche, y el planning te da un vuelco.
Pensad que dos empresas diferentes de grúas, por muy equiparables que sean los cometidos que ejerzan, tiene cada una de ellas su modo particular de ejercer el trabajo –concluye Eduardo–, que hace que un cliente te escoja o no a ti.
Eso es lo que dota a nuestra labor de cierta tensión que te invita a estar siempre preparado y alerta, pero que te regala también esa impagable recompensa emocional que te ofrece el aportar a cuestiones muy concretas, aunque no siempre predecibles, soluciones siempre precisas”.
