A pesar de su juventud, Cinta ya cuenta con una dilatada vida laboral y personal. Quizás porque le gusten las carreras, rallys y casi todo aquello que sea estar al volante, también ha hecho que quisiera vivir deprisa.
A sus 37, nuestra camionera protagonista, ya cuenta con 10 años de experiencia sobre la cabina, aunque antes de eso ya había trabajado en un taller mecánico para coches. Parece que nos hemos contagiado un poco de su prisa por vivir, así que iremos paso a paso.
La promoción del 81, que fue la primera generación ESO, hacían el cambio del EGB a la ESO y, como todos los cambios, hasta que se instauran de forma natural, los primeros en vivirlos suelen pagar las adaptaciones e improvisaciones derivadas de acuerdos y desacuerdos del profesorado. Así que Cinta fue una de las primeras en obtener el certificado de la ESO.
Le llamaba el ámbito forestal, e incluso, le llamaba la atención opositar para la Agrupación de Defensa Forestal (ADF).
Pero mantenía una pasión, conducir. ¿Podría conducir si conseguía plaza en la ADF? Pero todavía no se había sacado el carnet de conducir profesional. Así que una manera de estar cerca de los vehículos fue entrar a trabajar en un taller mecánico.
Sin saberlo, entonces, también Alain Sebastiá, un amigo de la pandilla de toda la vida, le influyó de forma positiva para que Cinta optase por sacarse el carnet.
Para ella fue todo un referente que seguir y una fuente de inspiración, pues empezó de cero en el mundo del transporte y ahora cuenta con su propia empresa.
De este modo, trabajando en el taller, y ya habiendo tenido a su hija Claudia, decidió sacarse el carnet de camión y tráiler, pues, como madre soltera, el sueldo en el taller no era suficiente para vivir y darle todo lo que necesitaba. Con 26 años se sacó los carnets y empezó a trabajar tras el volante.
”Se ha de ser muy prudente al volante, en el camión lo mejor es prevenir, y cuanto más grande, más claro debes tenerlo”, apunta Cinta. “Recuerdo que cuando me saqué el carnet había un chaval que hacía lo propio pero por obligación.
Su padre lo obligaba a sacarse el carnet pero a él ni le gustaba ni le interesaba, debió subir a examen como quince veces”.
En la primera empresa en la que trabajó realizó transporte comarcal y regional, luego probó el transporte nacional durante tres años, probablemente los más duros, pues no tenía más remedio que dejar a Claudia con la abuela. Así estuvo tres años, haciendo ruta por Madrid, Bilbao, Sevilla, Cáceres, León o Zaragoza, con un frigorífico en el que transportaba galletas y pizzas de Casa Tarradellas.
En la actualidad, lleva una cisterna alimentaria en la que transporta, mayoritariamente, leche. Recoge en L’Empordà y entrega en La Fageda, Cacaolat o en Leche Pascual.
“Está claro que es un mundo de hombres, todavía. Pero la verdad es que nunca me he sentido ofendida”, afirma Cinta. Aunque reconoce ser muy prudente, y cuando hacía nacional o esporádicamente internacional, se declara bastante introvertida: “Yo voy a la mía, y eso es lo que más me gusta del camión.
Me gusta estar sola, es una necesidad, también” confiesa. “Demasiado le gusta la soledad” apunta su hija Claudia, quien no ha querido perderse estar con su madre en esta jornada especial.