Para Ángela Pérez, técnica superior en Integración Social y Atención Sociosanitaria, con diez años de experiencia en el sector, la pandemia supuso un viraje vital. Leer y oír que se necesitaban chóferes por miles la impulsó hacia la ruta.
De primera mano esta mujer supo que se podía haber hecho más en las residencias por la gente mayor, pero los protocolos, la desinformación y, de justicia es reconocerlo, el no saber a qué nos enfrentábamos, jugó muy en contra de los más vulnerables.
“No nos dejaron ser profesionales y fue durísimo psicológicamente –nos dice Ángela, en una de las pocas veces en que se pone seria–. Tres visitas fugaces a una persona anciana y asustada es una injusticia, y yo con las injusticias no puedo.
Antes de ser camionera también ejercí en colegios como ayudante técnico-educativa para niños con autismo. Era bonito, pero de lo bonito no se come. Con 900 o 1.000 euros ya me dirás tú a mí cómo puede una emanciparse en esta vida”.
Fue así como, en los albores de los 30 años, Ángela se dejó seducir por un runrún que durante los años de pandemia le llegaba desde mil puntos distintos: se necesitan muchos chóferes en España.
Ángela se sacó el C, el CAP y el E, en casi 11 meses, pero no porque flojeara en los exámenes, sino porque los plazos se eternizaban ante la escasez de examinadores.
“Antes de sacarme el E conduje muchos meses un furgón que pasaba de las 3.500 toneladas, con el que que ya requería tacógrafo. Me paró una vez la Guardia Civil y al darle la documentación –recuerda Ángela– le dije que me estaba sacando el carnet de tráiler.
‘No sabes dónde te estás metiendo’ , me dijo. ‘Sí lo sé, porque mi padre es compañero vuestro, pero dime la verdad, ¿le dirías tú a un hombre lo que me acabas de decir ahora?’. Me devolvió los papeles y me dijo: ‘Tiene razón. Puede continuar’”.
Efectivamente, el padre de nuestra logroñesa es un mando de la Guardia Civil, que la apoyó desde el primer instante en su transbordo de las instituciones asistenciales y educativas a la ruta pura y dura.
“Mi padre y mi madre han sido un soporte fundamental para mí. Inquebrantable en eso y en todo, porque yo me considero, de arriba abajo, activista vegana, feminista y defensora de los derechos de los animales.
Quizás a mis padres y a cualquiera podría parecerles que el trabajo en una residencia es más tranquilo –nos ilustra Ángela–, pero salir de la precariedad en ese sector es pedir un imposible.
En el camión al menos puedo permitirme vivir sola y con un sueldo más digno. ¿Que te lo has de ganar a base de ruta, noches fuera y mucho sacrificio?, por supuesto. Nadie regala nada, pero algo más dignamente retribuido sí te sientes”.
Hoy, Palmatrans Siglo XXI
Al paso por aquella primera empresa de distribución le siguió una etapa por el Grupo Arnedo, uno de los gigantes de La Rioja.
“Recién aprobado el E llamé a la puerta de Arnedo y me la abrió, poniéndome además a un compañero durante unas semanas de formación.
No obstante, acabado aquel primer compromiso contractual, fui requerida por la también riojana Palmatrans Siglo XXI, y estoy más feliz si cabe, por su compromiso a hacerme firmar pronto como fija en plantilla”.
Palmatrans Siglo XXI, constituida en 2001, cuenta con una treintena de camiones para ruta nacional e internacional. “Mi Scania asignado es una pasada, y agradezco mucho el que con Palmatrans mis viajes sean mucho más largos –sonríe–, que es lo que me gusta más a mí. A Portugal voy con mucha asiduidad”.
Lo menos bueno de hacer ruta larga es que Ángela ha de separarse de unos seres vivos para los que no hay tiritas que mitiguen el dolor de cada separación: su perro Lupo y sus seis gatos.
Su amiga Sara, perteneciente al Movimiento Lleó, asociación que promueve el veganismo y el cuidado de los animales, es ahora la que ejerce de cuidadora cuando Ángela está lejos de casa días enteros.
“Vivo sola y ahora por fin sé lo que es poder ahorrar un poco para gastos veterinarios e irme unos días por ahí. No me cierro a conocer a alguien, pero es que mucha mejora tendría que ver yo para cambiar la paz y tranquilidad que siento ahora.
No me veo de autónoma –se sincera–, pero ojalá que sí trabajando durante mucho tiempo en Palmatrans, que tiene además su sede en la navarra San Adrián, a 50 km de mi casa.
Lo que no descarto es el estudiar en un futuro lejano para examinadora de camión. Se me daría bien, porque me considero buena comunicadora.
Hablando de comunicación –concluye Ángela– os invito a conectaros a
@mujerteniaqueser_trucker para que me sigáis a través de Instagram”.