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Pegaso Z-207 Barajas, de Michael Pérez

Que la afición a los camiones clásicos en España crece continuamente es algo que no admite discusión. Mucha culpa de ello la tiene lo que en argot se conoce como operaciones rescate de vehículos clásicos, en las que predomina un constructor como fuera Pegaso.

Se trata de desplazamientos, muchas veces considerables, para la recogida de algún veterano camión, al margen de su mejor o peor estado de conservación. No hace mucho tuvo lugar una de esas operaciones, cuyo destino era la comarca de Belchite y cuyo punto de partida estaba 600 kilómetros más al sur, en la comarca del campo de Cartagena, y más exactamente en Pozo Estrecho, una pequeña población cartagenera, cada vez más conocida por la afición española, gracias, sobre todo, a Francisco Bernal.

La operación se fraguó en tiempo récord. Y los grandes responsables fueron Michael Pérez, por un lado, y el propio Paco Bernal por otro. Los requisitos eran sencillos, pero exigían diligencia en su resolución. Recordaremos que Michael se asomó por primera vez a nuestra revista en el nº 226, con ocasión del reportaje publicado tras la celebración de la 4ª reunión de amigos del foro www.camionesclasicos.com.

Pegaso Barajas

En su persona se aglutinan varias circunstancias que lo convierten en un caso muy, muy especial. Michael es un grandísimo aficionado a los clásicos industriales y un incondicional de Pegaso. Esto, por sí solo, no pasaría de ser algo normal. Pero si añadimos a ello que su residencia habitual está en Alemania, en concreto en Colonia, y que es poseedor de varios camiones Pegaso, convendremos en que es, en verdad, algo excepcional. Habitualmente viene por España.

Su padre era español y tiene distintos familiares repartidos por varias localidades de aquí. Además de familia, tiene no pocos amigos en otras tantas poblaciones, a los que suele visitar con bastante asiduidad.

Precisamente, y gracias a su cuñado Julio, supo de la existencia de todo un Pegaso Z-207 Barajas en un pequeño pueblo del sur zaragozano: Azuara. Viendo algunas fotos que el propio Julio le remitió, comprobó que el estado del camión era magnífico, lo que hacía más apreciada su adquisición.

Recordaremos que el Barajas fue el primer producto 100 % Pegaso, fabricado por ENASA en su factoría de Barajas, en Madrid. De ahí el apodo con el que es conocido este modelo, aunque también se le conoció como Pegasín.

El Pegaso Barajas, en sí mismo, justificaba de sobra la correspondiente operación rescate. Pero por si acaso faltaban argumentos, urgía sacar el camión de donde se encontraba lo antes posible. El vehículo se guardaba en una antigua cochera, en la que estuvo confinado los últimos 37 años. Los terrenos ocupados se habían vendido para construir viviendas y el derribo del local era inminente. No había tiempo que perder.

Azuara, en Zaragoza

Aprovechando una de sus visitas familiares a España, Michael se puso en marcha para salvaguardar tan interesante pieza. Lo primero que hizo fue ponerse en contacto con Paco Bernal para saber si podía contar con él. La respuesta fue obviamente que sí, y automáticamente el amigo Bernal organizó el material necesario para efectuar el rescate y poder transportarlo, en este caso, a Pozo Estrecho.

Se necesitaba diligencia y, por tanto, bien temprano se puso en marcha todo el dispositivo necesario para poder llevar a cabo la operación. Eran casi 600 kilómetros por delante y un día que se presumía interesantísimo e inolvidable. Para esta ocasión, Paco volvió a confiar en su tractora Renault Magnum 480. Este camión que cuenta en su haber varias operaciones como las del presente reportaje. Pasado el mediodía, el conjunto llegaba a las calles de Azuara… Saludos con los amigos que allí esperaban y, en seguida, a la faena.

Pegaso Barajas

El lugar donde se encontraba el Pegaso Barajas parecía que se había quedado encallado en el tiempo. Se trataba de un edificio con garaje en la parte baja y coronado por una primera planta de oficinas.

Eran las oficinas de la fábrica de harinas San José, para la que trabajó este veterano camión durante bastantes años. Dando frente, se encuentra el viejo edificio de la harinera y, entre ambos, una estrecha calle por medio. Esta estrechez no iba a facilitar nada las cosas.

Se requirieron no pocas maniobras para que la góndola de Paco pudiera posicionarse de forma adecuada. El trabajo para sacar el Barajas requirió de improvisación sobre el propio terreno. El techo del garaje estaba en un deficiente estado y había varios puntales de obra asegurándolo. Tras tantos años de estar parado el camión, se desistió de intentar arrancarlo, por lo que sería el cabrestante de la propia góndola el que haría el trabajo de tracción.

Lentamente, y de manera dócil, el camión fue saliendo de su letargo. Tras tantos años, los rayos del sol volvían a proyectarse sobre su silueta. Finalmente, el camión se subió a la góndola, donde se trincó perfectamente. El trabajo, ahora sí, estaba hecho. Un trabajo en el que hay que resaltar el buen hacer de José, de Julio y de todos cuantos participaron.

El padre de José, trabajó para la harinera con su Barreiros 4220 recién estrenado, repartiendo sacos de harina por toda la provincia de Zaragoza y limítrofes. En 1977, José se incorporó al trabajo junto a su padre y comentó que ésa fue la primera vez que vio el Barajas, parado en este mismo lugar, y que nunca lo había visto funcionar.

Finalizada la carga del Barajas, Azuara quedó atrás. El conjunto cargado se dejó en Cariñena, para acto seguido compartir una agradable comida en el vecino pueblo de Paniza, con todos los participantes en el traslado. Con ella, se puso el punto y final a la estancia en tierras aragonesas, al menos por esta vez.

Futuro por delante

Una vez el camión en Pozo Estrecho, se le sometió a un intenso lavado exterior e interior. En una primera inspección a fondo, se comprobó el perfecto funcionamiento de toda la instalación eléctrica, e incluso se intentó arrancar, aunque una pequeña avería en la bomba inyectora lo impidió. Nada serio, y a día de hoy esta avería se encuentra solventada.

Este Pegaso Barajas tiene a su favor la originalidad total de sus componentes mecánicos. Destaca la peculiar suspensión del eje delantero de este modelo, dotado de ballestón invertido y con trapecios en los extremos. Una verdadera preciosidad, que en la práctica fue un verdadero quebradero de cabeza para los propietarios de Barajas, ya que eran proclives a partirse por culpa de las habituales sobrecargas que solían someterse a los camiones en la España de los años 50 y 60 y por el pésimo estado de las carreteras de entonces.

El exclusivo escape que llegaba hasta el voladizo trasero del chasis y que producía un peculiar sonido es otro detalle a destacar. Rueda de repuesto sin estrenar, carrocería con cartolas de madera, poco más de 60.000 km reales en su contador y otros detalles le confieren un estado, en verdad, excepcional. Resulta increíble de creer que tras tantos años parado un camión se encuentre tan completo y original.

No hay prisa en decidir cómo se hará la rehabilitación del camión. En principio, la decisión de Michael es la de dejarlo en el estado en que se encuentra y, simplemente, solventar algunas pequeñas deficiencias de chapa y, en realidad, poco más.

A diferencia de la mayoría de los trabajos que presentamos en nuestra sección, esta vez no es necesario mostrar en imágenes proceso de restauración alguno. Sencillamente porque no lo necesita. Para finalizar, agradecer a Michael, Julio, Paco, Fran, José, y a todos cuantos participaron en la operación Azuara, el gran esfuerzo realizado.

Este Pegaso Barajas engrosa gracias a ellos la nómina de nuestros clásicos industriales contemporáneos recuperados. Qué duda cabe, tanto esfuerzo mereció la pena.

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