Cierto es que las concentraciones de camiones clásicos muestran el estado de una restauración, pero de forma estática. Sí, si luce buen aspecto, levantar el capot para ver qué pinta tiene el motor, si se ha modificado alguna pieza, si se ha reemplazado o se ha recuperado el original. Pero de todos modos, a esto le faltaba algo. Para qué están pensados los vehículos, para conducirlos, y cómo se culmina o se obtiene la prueba definitiva de que la restauración de un camión clásico ha alcanzado su máximo esplendor… pues ni más ni menos que haciendo ruta.
O al menos, eso es precisamente lo que pensaron este grupo de restauradores que reunieron su veintena de camiones recuperados para salir de ruta por segunda ocasión, y consolidando el paseo anual con los clásicos como cita obligada, de las que nos hace partícipes Jordi Llop con su constancia gráfica.
Después de la exitosa excursión por La Alpujarra, los clásicos vuelven a reunirse. Así como en la anterior ruta hicieron de anfitriones del grupo TransMarfil y José Reyes, quienes localizaron el recorrido, las paradas donde descansar y comer, ahora ha sido el turno de la familia Savall, pues esta nueva ruta se ha desarrollado por Alicante y Valencia, y ellos se han convertido en los anfitriones por ser los lugareños.
Y como los éxitos pronto se propagan y la pasada convocatoria, sin duda, lo fue, en esta también se contaron hasta una veintena de camiones clásicos, en su mayoría Pegaso, con modelos tan emblemáticos como el Comet, el Troner, o el Cabezón, pero también se reunieron otras restauraciones Ford, Barreiros, Dodge, Iveco y el Ebro de 1964 de Demetrio. El superpreparado Pegaso “Naranjito” de Juan Salvador; el Troner 1240 de Jesús, alias “Chawy”; otro de Cristóbal y otro 1236 de Sergio Durà; el 2030 de José Antonio Parada; los Comet y Tecno de José Reyes, alias “Harry”; el Dodge de Antonio Marfil; el 3060 de Juan Antonio Ruiz; el Pegaso 1231 de Juan Marcos Segura; el Iveco de Salvador Sanchís; el Pegaso de Toni Giner; el Ebro de Demetrio que mencionábamos anteriormente, y los seis vehículos entre Pegaso, Ford y Barreiros de los Savall componían el grueso de la expedición.
Protegidos y nucleares
La ruta se desarrolló desde las instalaciones de la familia Savall, en Alicante hacia Jalance, subiendo por la sierra de Maigmó, paisaje natural protegido, y de los últimos vehículos al paso por las curvas de Fuente la Higuera, pues la carretera estuvo cortada por las obras para la construcción de la variante, mientras que se regresó al día siguiente por Cofrentes, donde se instala la central nuclear hacia Alicante otra vez. Alrededor de 400 kilómetros de los de antes, con curvas, un carril para cada sentido, ventanillas abajo y donde los participantes intercambiaron monturas para deleitarse con los distintos sonidos de motores y apreciar los trabajos de recuperación de los otros participantes. Se comprobó que las restauraciones van más allá de simples arreglos estéticos y que los camiones siguen con las mismas ganas de recorrer kilómetros como antaño.
Como no podía ser de otro modo, se hicieron las paradas obligatorias como si de una salida de moteros se tratase, como en la aldea Venta Gaeta, donde no son pocos los apasionados del motor que suben a almorzar después de disfrutar de unas buenas curvitas, tomando fuerzas para continuar con la ruta. Agost, Biar, Benaixama, Navalón y Ayora son algunas de las poblaciones que pudieron ver a su paso estas joyas rodantes que, sin duda, más de uno debió pensar que le habían transportado en el tiempo, por lo menos, cuarenta años atrás. Los participantes llegaron a descansar a Jalance, donde disfrutaron de una excelente tertulia e intercambiaron opiniones, trucos e impresiones al borde de la piscina del hotel. Un merecidísimo baño tras una auténtica jornada al volante.
Para la vuelta, la ruta se desarrolló por tramos de lo más diversos, pues espacios naturales protegidos como el embalse de Cortes de Pallás, la albufera de Anna o el Parque Natural Sierra de Mariola, contrastan con la huella paisajística del hombre y su afán de conseguir recursos con construcciones grises y sus columnas de humaredas de las dos chimeneas de la central nuclear de Cofrentes, por ejemplo. Paisajes de lo más dispares en apenas 200 kilómetros de carreteras serpenteantes al paso por Onteniente, Chella, Anna, Enguera, Montesa, Bocairente, Alcoy y Jijona, para terminar en la base de Alicante para despedirse y dar por finalizado el paseo con los clásicos, eso sí, no sin antes acordar que el próximo año repiten.