La concentración de camionetas Volkswagen, que se lleva celebrando paralelamente a una de las pruebas del Mundial de Winsurf que tiene lugar en las mismas playas, se ha convertido ya en un clásico del calendario, al ser la más popular y participativa de todas cuanto se celebran en el panorama europeo. No existen fronteras de edad para la dinámica población flotante que durante ese fin de semana de junio se da cita en un encuentro en el que se ha consolidado un ambiente de franca camaradería impuesto sine qua non por una afición común: las populares furgonetas de Volkswagen en su más amplia acepción. Los propietarios de estos modelos de la marca no son usuarios convencionales al uso. Por regla general, el corte clásico es el de una familia, en ocasiones con planes de crecimiento, que participa en su tiempo de ocio de la vida al aire libre, bien a través del campismo, bien a través de largos viajes o travesías, disfrutando del contacto con la naturaleza, también de la libertad o la autonomía que sólo un vehículo que reúna las características de los modelos que aporta Volkswagen puede concederte.
Del primero al último miembro de la familia suelen ser tifosi de su furgoneta: les une la misma pasión, la misma afición y el mismo respeto por su propiedad. Por muy veterana que sea, conocen el modelo y su despiece como si cada propietario fuese la Guía de Tasaciones que tanto emplean para buscar este o aquel recambio original. También hay mucha creatividad, importantes dosis de ingenio y sobre todo una 
excelente puesta a punto en el bricolagismo que muchos de los propietarios aplican a su modelo, sobre todo a los modelos y versiones más veteranas de la marca. Paseando por una concentración como la FurgoVolkswagen, uno puede observar interiores de fábula, que reúnen un exquisito mobiliario realizado por las manos de su propietario con una óptima exquisitez o por las de un ebanista profesional. En cualquier caso, trabajo de una talla y garantía que no dejarán indiferente a nadie. Como en cualquier vehículo, el espacio y la habitabilidad mandan por encima de todo. Máxime aún si tenemos en cuenta que se ha convertido en nuestra vivienda rodante durante el verano o en el que hemos depositado todas nuestras expectativas para tener un contacto directo con la naturaleza.
El usuario de estos modelos de Volkswagen va mucho más allá de ser un simple propietario de una furgoneta que te concede ciertas licencias a la hora de viajar o moverte. Para la mayoría de ellos es un estilo de vida, un respeto íntegro a la libertad, al vive y deja vivir. Un modo de ir por el mundo que quizás nace en esa horquilla de años que transcurren entre el mayo francés de 1986 y la oposición popular a una de las guerras estadounidenses, la del Vietnam, que estalla en los primeros años de los setenta.
… De aquellos hippies…
Hay quien asevera que en aquel período es cuando nacen los “nuevos” movimientos sociales que de algún modo habrían de traer nuevos cambios hasta la sociedad de nuestro días: el feminismo, el pacifismo y el ecologismo. Y es precisamente en aquellos días cuando se populariza la furgoneta Volkswagen entre los movimientos antiintervención en Vietnam, los pacifistas y el hippismo de la época… abuelos o padres del 15-M. ¿Quién sabe?
Pero volvamos a lo nuestro, a Sant Pere Pescador…
En Volkswagen, el inicio de esta movida mundial tuvo lugar allá a finales de los años cuarenta. Ben Pon, un avispado holandés, representante de la marca, bocetó sobre su agenda lo que para él sería una furgoneta de transporte urbano, con ciertas posibilidades de éxito. En aquel primer modelo, el T1, la ventana delantera es partida y se puede abrir. El modelo llegó a la calle en 1950 y empezó a popularizarse, arrancaba así una carrera de éxitos hasta nuestra fecha, con el modelo Multivan Edition Outdoor como el más novedoso hasta el instante. Muchas fueron también las generaciones del Volkswagen California que hasta el T4 eran camperizadas por Westfalia-Werke. A partir del T5, el popular modelo de camper se realiza íntegramente en las cadenas de montaje de Volkswagen en Hannover, con las ventajas que ello supone en el suministro de recambios, accesorios y otras adaptaciones especiales. Si Ben Pon revolucionó el mundo de la automoción y de las tareas de distribución de la época, el Volkswagen California supuso un antes y un después en el movimiento del campismo y del viaje.
La gran tribu
El propietario de un modelo histórico o de un clásico de la marca se convierte de facto en una especie de admirado chamán de la gran familia Volkswagen, de la gran tribu. Ese 
vehículo se cuida y mantiene hasta límites insospechados. Es como un miembro más de la familia, todos están al tanto de él porque es como una especie de protagonista al que lucirán en el próximo encuentro, en la próxima concentración. No cabe nada, ninguna pieza o accesorio que no sea original. Será exhibido o expuesto en cualquier certamen donde se den cita, mientras la familia desayunará parsimoniosamente a las puertas de su gran tótem, de un clásico o de un histórico que se ha convertido en su pasión y en un modo de entender la vida y relacionarse con los demás. De ahí que su encuentro anual en la FurgoVolkswagen sea una cita ineludible año tras año. Más que un encuentro, podríamos decir que se trata de una veneración de un homenaje multitudinario que los propietarios rinden a sus furgonetas, vehículos de todas las épocas, estilos y versiones. Una especie de simbiosis en la que la marca juega un equilibrado papel en un discreto segundo plano, apoyando el encuentro pero sin ningún tipo de intervencionismo. Quizás sea ahí, en ese capítulo, donde también radique gran parte del éxito de la concentración sampedrense.
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