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Grúas Pol, especialistas de altura

El lema olímpico Citius, altius, fortius (‘más rápido, más alto, más fuerte’) bien podría ir grabado a la puerta de las oficinas de Grúas Pol, en un edificio del Polígono de Son Castelló, en Palma de Mallorca.

Su fundador es campeón de España de natación en la categoría sénior, y cada mañana disfruta de hacer unos largos antes de visitar a “su criatura”, la empresa que fundó en solitario hace algo más de 63 años.

El camino hasta convertirse en una de las compañías gruísticas más populares de la isla ha estado plagado de decisiones pioneras –muchas veces arriesgadas–, que hoy llenan de orgullo a Toni Pol.

“Digamos que he tenido siempre suerte en mi vida profesional, con todas las decisiones. Fui comprando maquinaria que aún nadie tenía y la cosa funcionó”.

Pol fue el primero, por ejemplo, en tener camión-grúa (un Comet), el primero en introducir un trailer góndola para transportes especiales y hasta el primer portacoches.

“Yo veía en el muelle cómo los mecánicos se encargaban de sacar del puerto, uno a uno, cada coche. Perdían mucho tiempo, y les propuse hacerles el transporte”.

Parece simple: observar las necesidades de los clientes y adaptarse a ellos. Pero no siempre es tan sencillo. Hay que arriesgar.

Hoy, la responsabilidad de correr ese riesgo, de decidir cuál es el siguiente paso hacia la excelencia del servicio, pasa por las manos de Miguel Garau, nieto del fundador y coordinador de las actividades de la empresa.

Le gusta denominarse “comodín”, porque trabaja en todas las parcelas, desde el trato con el clientes hasta las visitas técnicas para conocer los problemas del terreno, pasando por el trabajo sobre el camión haciendo sustituciones.

Por nuestra actividad, necesitamos una gama muy amplia; cuanto mayor, mejor. Lo ideal sería la pluma más larga, el camión más pequeño y manejable y la máxima fuerza de grúa… o sea, ¡algo que no existe! Por eso buscamos ampliar gama”.

La empresa cuenta con todo un equipo de autogrúas en su flota, pero dada la orografía de algunas zonas de costa (donde se levantan las típicas urbanizaciones con vistas al mar), los vehículos más potentes no tienen acceso. Ahí es donde aparecen en escena los camiones.

“Te encuentras con accesos difíciles, inclinaciones de calles, terrenos inestables, se han de colocar planchas para nivelar, sortear cables, etc.”.

Una grúa con mayúsculas

Tan variable es el terreno de trabajo como el tipo de elemento que debe elevarse. Su especialidad es, precisamente, no tener una única especialidad. El equipo humano de Grúas Pol está entrenado para saber embragar desde una palmera o una piscina prefabricada hasta un equipo de aire acondicionado o una cuña de apoyo para un yate.

Para ello, además del conocimiento del conductor, es necesario un equipo mecánico potente. Trabajan con varios fabricantes de vehículos, pero recientemente han apostado por un equipo único de momento en nuestro país. Se trata de un camión Volvo FMX 500 CV y cinco ejes con grúa Palfinger PK 200002L.

Una combinación potente que permite, por una parte, acceder con solvencia a terrenos abruptos de costa; y por otro, alzar 700 kg en punta hasta una altura de 45 metros.

Tanto Comercial de Automoción Rubio (concesionario Volvo en Palma) como el importador de la grúa, Mycsa, han unido estrategias para lograr diseñar un vehículo capaz de responder a las necesidades de estos veteranos de la grúa.

Los cambios esenciales han sido, por una parte, elegir un vehículo de cantera por su robustez, altura y diferente ángulo de ataque.

Por otra, incluir ejes reforzados, con apoyo hidráulico (el delantero y el trasero), y un quinto eje elevable y direccional con suspensión neumática que facilita la maniobrabilidad.

Pese a que, de momento, todavía están probando la máquina y haciendo ajustes, para el conductor del nuevo Volvo, Pep Siquier, los resultados son espectaculares.

“Este vehículo aporta una rigidez de chasis espectacular. Esa robustez hace que mejore la respuesta de la grúa. Se ha montado un grupo muy corto, manual, por la orografía de la isla, para afrontar mejor las cuestas.

En zonas como las de la sierra de Tramuntana, donde se concentran los clientes constructores de alto standing, hay cuestas arriesgadas… y necesitas respuesta. Tiene una buena maniobrabilidad y buena respuesta bajo el pedal, con un consumo óptimo”.

Otro de los aspectos que más valora este empleado es la capacidad informática para corregir movimientos y cargas peligrosas y evitar en todo momento situaciones de riesgo de vuelco o accidente.

Hoy la empresa pasea orgulloso su nueva adquisición por uno de los pantalanes del muelle viejo de Palma, donde varias empresas trabajan en las tareas de restauración de embarcaciones de lujo.

Pero los orígenes de la empresa estaban más destinados al transporte general de mercancías, también en el puerto. Volvemos con Toni Pol, que hace esfuerzos por acordarse del año exacto en que comenzó… pero desiste.

“Creo que llevamos 63 años”. El primer vehículo fue una camioneta rescatada del desguace y adaptada para poder llevar carga en una caja de madera. Era un Delahaye y aún guarda alguna foto.

“Esos vehículos hacían la competencia a los carros de tiro. Llegaba un barco de cemento o naranjas y yo con ese camioncito hacía un par de viajes más que los carros.

Desde el muelle al centro de Palma o a algún pueblo, desde naranjas de Valencia hasta sacos de cemento. De todo”.

Después llegaría un Ford y más tarde un Rochet-Schneider… y de ahí, en una evolución constante hasta que el negocio de las grúas se mostró más rentable que el de transporte de mercancías. Toni Pol decidió dar un volantazo y centrarse en esta nueva actividad. Y hasta hoy.

“Éramos una plantilla de 70 y pico personas, pero en los últimos años no hemos tenido más remedio que hacer reducciones.

Pese a todo –reconoce el fundador–, hemos sido de los pocos que hemos aguantado en nuestro sector. Muchas empresas han desaparecido. Nosotros nos hemos mantenido a flote”.

Una de las claves para que la empresa haya podido evolucionar a lo largo de estos años es, sin duda, la capacidad de consenso.

Para Toni es una de las claves: “Lo que creemos que va bien para nosotros, pues lo negociamos y lo compramos. Yo soy el padre de la criatura, pero mi forma de trabajar es por consenso.

Escuchar a todos, reunidos. Y tomar decisiones. El encargado de personal conoce más que yo a los trabajadores, su opinión es más importante que la mía. Y así en todo. Una empresa es un equipo. Les digo que vamos todos en el mismo barco, y que no puede ser que uno reme en proa y otro en popa”.

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