El mayor truckstop del mundo tiene más de 50 años de vida. Se levanta en Walcott, Iowa, al pie de la autovía I-80, sobre una superficie de 300.000 m2 –unos 30 campos de fútbol–, por donde a diario paran alrededor de 5.000 visitantes.
Un auténtico mastodonte al servicio del camionero que ofrece todos los servicios posibles, tienen 24 baños privados con ducha, lavandería, barbería, dentista, dos salas de videojuegos y una sala de cine con 60 butacas, y que se ha convertido en un icono del universo trucker.
Se sirven anualmente un millón de tazas de café, casi 100 toneladas de carne y un sinfín de accesorios para el camión. Se puede comprar de todo, desde música a ropa.
Y es que en Estados Unidos, el oficio de transportista parece que goza aún de un estatus que desapareció hace mucho en Europa, ya no digamos en España.
En EE.UU., además de asombrarse por la espectacularidad de los vehículos, el visitante reconoce la importancia de esta profesión. El engranaje del capitalismo se partiría en mil pedazos sin estos mastodontes sobre ruedas. Lo saben y lo festejan.