Con 15 días, bien protegida en su cuco rosa, iba apaciblemente con sus padres en el camión. Hoy, 26 años después, Alexandra Zueras maneja su propio Ford Trucks, porque esta fue la marca por la que siempre tuvo debilidad.
Su manantial camionero vital comenzó ya a manar antes de que Alexandra viniera al mundo, pues su bisabuelo Elías y su abuelo Félix ya acuñaron el apellido Zueras en el mundo del transporte.
Su padre, Santiago, comenzó con un Barreiros a los 21 años y hoy, 33 años después, sigue operando, junto a su hija, en un sector tan específico como el del reparto de pienso para cerdos.
“Hacemos la misma faena mi padre y yo en Cuartesa, un fabricante mayorista de pienso, que pertenece al Grupo Jorge, primera empresa española en exportación porcina.
Siempre que podemos compartimos ruta, junto a mi madre Susana, que viene a menudo, pero cada uno tenemos nuestro camión propio –puntualiza–.
Aunque suelo dormir en casa, en función de cómo me cuadren algunos portes por Cataluña o Navarra, hay noches que las paso fuera, y como ya podéis imaginar –afirma, mientras señala su litera–, más confort no se puede pedir”.
El camión propio del que nuestra protagonista se siente tan orgullosa es el Ford F-MAX que ilustra nuestro artículo, un modelo que poco a poco va poniendo el cuerpo en las carreteras españolas ante sus otros competidores.
“Mi debilidad por Ford viene de lejos –se explica nuestra joven maña–. Un Ford Tourneo Connect fue el primer vehículo que tuve, mientras que un Ford Mustang es el coche que conduzco ahora.
A veces a las cosas no hay que buscarles una mayor explicación. Siempre he sido incondicional de esta marca por obra de esas subjetividades que a veces tiene el corazón, pero el resultado que me está dando el vehículo, ahora que hace ya casi año y medio que lo llevo, no hace más que reafirmarme en mi predilección”.
La línea de este Ford, al que Alexandra le ha hecho unos 150.000 km, fue de su agrado total desde que la marca lo lanzó hace más de tres años.
“La cabina es grande y con prestaciones magníficas –nos dice, mientras señala los armarios y el puesto de conducción con ambas manos–. El camión tiene mucha fuerza, y te lo digo yo, que a veces me muevo por granjas a las que hay que llegar a través de caminos en difíciles condiciones.
Los consumos –detalla Alexandra– son más que aceptables, teniendo en cuenta que los nuestros acostumbran a ser viajes cortos, con descargas frecuentemente en marcha y pasando algunos ratos por el barro, sobre todo en invierno.
El camión está a la altura de los mejores y no me ha dado nunca ningún problema en el año y medio que llevo conduciéndolo, aunque a veces sí me ha tocado trabajar con el cuadro marcando un fallo, que aunque no me ha impedido seguir haciendo ruta, me gustaría que se hubiera arreglado más de inmediato en el taller”.
Del conjunto camión-cisterna también está muy orgullosa Alexandra, pues su opción desde el principio era que dicho conjunto conformara también una unidad de su propiedad.
“La elección de una cisterna de la firma leridana Cubas Segre –afirma Zueras–, considero que ha sido uno de mis grandes aciertos. Con 12 metros de largo, le suelo meter unas 25 toneladas de pienso al Ford, que por ley puede arrastrar hasta 41 t, cargando el pienso con un carro y descargándolo en silos, unos silos que están en las propias granjas.
No obstante, nunca nos metemos en el interior de las granja, por bioseguridad”.
Saber el ámbito en el que opera este camión, y verlo siempre impecable y limpio, no tiene más secreto que el del agua que le pasa al vehículo esta joven zaragozana después de cada jornada de trabajo.
Ver una cuba de pienso tan limpia no es común, a lo que hay que añadir la cosecha propia que Alexandra ha añadido a la receta de este Ford F-MAX (focos, barras, cromados, tapizado interior, llantas de aluminio, etc.).
“Con un buen paragolpes delantero y alguna lucecilla más –ríe–, creo que ya tendré mi querido Ford al gusto, y espero que por muchos años”.