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Bruno Carbó: el hechizo de la escala 1/24

Modelar la belleza no es para Bruno Carbó el don de un éxito puntual, sino la culminación de un cúmulo de pequeños esfuerzos diarios.

Pasos, sí; plazos, no. Este podría ser uno de los muchos lemas interesantes que pueden extraerse de la conversación con este valenciano (Polinyà de Xúquer) que, a sus 35 años, tiene ganado a pulso el ser uno de les referentes del modelismo en España, cuando menos en lo que compete a una escala tan exigente como la del 1/24.

La suya es una especialidad que le nace sin más planteamiento original que el de dar rienda suelta a una pasión por las miniaturas que, en combinación con su amor por el camión heredado de un padre dedicado a este oficio, obra unos frutos cuya primera cata tenemos en esta primera entrega, pero de la que vendrán más.

“De niño me pasaba horas rotulando camioncitos con las pegatinas que sacaba de un almacén de naranjas, y ese gusanillo de configurar camiones no hizo más que crecer con el tiempo. Al ir madurando –reflexiona Bruno–, lo más saludable es aprender a disfrutar de este hobby con la calma precisa.

Cada obra la vas sintiendo primero y luego, si acaso, la vas razonando. El modelismo no es, para nada, amigo de las prisas, así que intento disfrutar de cada rato que paso en mi habitación particular, donde atesoro y trabajo mis maquetas. Nada es comparable a estar con Nerea y mis hijos Bruno y Mauro, así que si le dedico tantos momentos a esta afición, es porque de una u otra manera me llena también como persona”.

Más de 300 piezas

El método que emplea este maquetista valenciano consiste en seguir un camino apto para bifurcarse hacia tres direcciones: la maqueta que está a punto de acabar, la que tiene a medias y la que está en proceso incipiente.

En saber escoger el momento preciso para cada uno de estos itinerarios está la clave, pues por encima de la aventura de hacer cualquier cosa está el hacerla bien.

Entre sus cientos de piezas cobran para él especial importancia las llevadas a cabo en la escala 1/24. 

“A alguien con ganas de iniciarse en el modelismo no le aconsejaría empezar por ahí – advierte Bruno–, porque los kits suelen venir en una matriz y hay que cortar piezas, quitar rebabas, lijar, enmasillar, pintar, montar la cabina, etc.

Son muchos riesgos que asumir, por lo que es mejor venir preparado en escalas que, en mi opinión, no son tan severas, como las 1/43 y 1/50. Lo que hay que tener bien claro es que nadie nace enseñado y que esta afición te hace trabajar mucho la tranquilidad y la paciencia”.

La querencia de Bruno por la fotografía es algo que marida muy bien con su quehacer maquetero, pero este es ya un tema que trataremos en una próxima ocasión.

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