Con la llegada del calor, José Manuel y Mari Carmen cambian de piel. Aparcan el frigo y enganchan un tráiler cargado con cerca de 36 toneladas de buena música para recorrer todos los pueblos de la provincia de A Coruña, de verbena en verbena, de patrón en patrón. Y cuando decimos “todos los pueblos” es casi literal.
Este matrimonio gallego lleva cerca de tres décadas trabajando en el mundo del transporte nacional e internacional, pero desde 2006 exprimen los meses estivales montando y desmontando el escenario móvil de la orquesta El Combo Dominicano, con la que viajan por toda la geografía coruñesa.
Él conduce; ella se encarga de gestionar el hotel de cada noche. Y ambos curran codo con codo en el montaje y desmontaje del tráiler-escenario: un remolque de 12 metros de largo que se convierte cada noche en una estructura de casi 8 metros de altura, 7 de fondo y 17 de largo.
Este espectacular escenario y su posterior maquillaje a base de luces, pantallas y lonas es el hábitat natural en donde cada noche de verano se exhiben los 16 artistas que conforman El Combo Dominicano y que desde hace ya cerca de 10 años pasean su mezcla de pop y ritmos latinos por toda A Coruña. José Manuel y Mari Carmen se retiran a un lado de la barrera cuando arranca la música. Son tres horas de concierto con mucha cumbia, merengue y bachata.
Cuando se apaga el último acorde, toca desmontar, volver a plegar el escenario, enganchar el tráiler y dormir unas cuantas horas, justo antes de partir hacia el próximo pueblo. “Trabajar la noche agota”, confiesa ella. Éste es el día a día de nuestros protagonistas durante los cuatro meses fuertes del verano. Aprovechamos una visita a Galicia para conocer al matrimonio y verlos en acción. Así es el día a día del matrimonio y de su “familia” de músicos.
Trabajo automatizado
Quedan cinco horas para que arranque el concierto programado en las fiestas. Estamos en un pueblo de A Coruña. Da igual el que sea, porque podría ser cualquiera. De hecho, los preparativos son exactamente iguales en cada localidad. Al final de una rambla peatonal, José Manuel maniobra el Volvo a derecha e izquierda para colocar el tráiler en el lugar preciso.
A través de los retrovisores se deja guiar por Mari Carmen, que va haciendo señas. Aún falta un rato para que se ponga el sol, se llene la rambla y comience la música, pero no hay tiempo que perder. El matrimonio desengancha el remolque, lo fija al suelo y se disponen a nivelarlo. José Manuel, que en sus años mozos tocaba la batería en un grupo –”hasta que me corté la melena y me metí a camionero”–, aparca la cabeza a pocos metros de allí. “Si hay sitio, intento alejarlo más, porque mientras dura el concierto intento echar una cabezadita, y cuanto menos se escuche la música, mejor”.
El conductor nos reconoce que con tantos años ya de experiencia en este tipo de transporte, los decibelios no son un gran problema a la hora de conciliar el sueño. Abren trampillas, colocan postes de seguridad, despliegan paneles metálicos, vuelven a nivelar… el escenario empieza a tomar forma. Se ensancha y crece. Una bomba hidráulica con cuatro distribuidores, uno para cada pata, se encarga del alzado de la plataforma base, que se levanta hasta los dos metros.
“Hacemos esta parte del montaje en solitario”, nos cuenta Mari Carmen mientras fija uno de los postes metálicos en los que se apoya parte del escenario. “De aquí a un rato llegará el resto del equipo de montaje y el director de la banda –Cirano, un músico dominicano que lleva 21 años afincado en España–, entonces es cuando se empiezan a mover cajas, montar luces, equipo de sonido…”, un trabajo un poco más duro que requiere de espaldas más jóvenes.
De todas maneras, asegura Mari Carmen que en la orquesta no cansa el trabajo físico, que lo tienen ya muy automatizado. “Lo que agota es la noche, y estar de pie tantas horas”. Nuestros protagonistas no pierden la sonrisa mientras ultiman el montaje. Llevan años haciendo esto y su actitud destila una mezcla de resignación y optimismo: “Hay que mantenerse y resistir”, dice José Manuel. “Hemos llegado a tener 5 tráilers trabajando con fruta en rutas nacionales e internacionales, pero los tiempos han cambiado”. Mari Carmen, que también tiene carnet pero prefiere no coger el camión, reconoce que hay que apretar los dientes: “Ahora, con 52 años, hay que aguantar lo que haga falta”.
El trabajo de nuestra protagonista no termina cuando el escenario ya está montado. Una vez comienza la música, Mari Carmen se coloca al pie de la escalera que da acceso a la estructura y se encarga de controlar al público. “Hay que andar con mucho tiento, sobre todo a última hora, cuando la gente va muy bebida. Se enganchan a la lonas, quieren subir… y yo le agarro por la cintura, me marco un baile con ellos y les explico que no pueden subir. Es mejor que haga una mujer este trabajo, porque si es un hombre el que les da una reprimenda, se pueden poner más tensos”.
Cirano llega al escenario una hora después de que nuestro matrimonio haya comenzado el montaje. El director de la orquesta viene acompañado de David, Ele y Flaqui, tres ayudantes de lujo para dejar a punto pantallas, luces y sonido. Mari Carmen y José Manuel siguen colaborando en las tareas de montaje, aunque ahora ya un poco más relajados. El grueso de la operación ya está hecho y en breve llegarán los músicos para iniciar las pruebas de sonido.
Al contrario que la pareja de transportistas y los ayudantes de montaje, los músicos y las bailarinas duermen cada noche en Santiago de Compostela, y se desplazan desde allí hasta el lugar del concierto. no peregrinan de hotel en hotel.
Entre tanto trasiego de baúles metálicos, cables, cinta y focos, charlamos un rato con el alma máter del grupo, Cirano. Este dominicano espigado lleva ocho años al frente de la orquesta recorriendo Galicia. Su mezcla de ritmo latino y pop les ha convertido en un referente de las fiestas populares gallegas, con una agenda de conciertos que durante el mes de julio puede llegar a alcanzar las 29 actuaciones. El grupo está formado por gente canaria y dominicana. En las islas tienen su base y allí hacen conciertos casi cada fin de semana.
Pero durante el verano aprovechan el tirón que tienen en Galicia para tocar casi a diario durante esos meses de mucha carga de trabajo. “Somos algo parecido a una familia”, comenta Cirano mientras señala con un dedo al matrimonio de transportistas. “Trabajamos con Mari Carmen y José Manuel desde el año 2006. Hacemos la gira de verano juntos, pero cuando llegan las vacaciones ellos se vienen a Canarias o nosotros a su casa de Barrantes”.
Viven su oficio con mucha intensidad, tanto los transportistas como los artistas. Y la compenetración es perfecta, pero siempre con unas mínimas reglas inquebrantables: “El equipo tiene que trabajar con mucha disciplina y puntualidad”, dice Cirano. “Sólo de esta manera se puede funcionar como un reloj durante los cuatro meses de trabajo intensivo”.
Cada año, cuando llegan los meses estivales, el tráiler viaja en barco desde Canarias hasta el puerto de Sevilla. Allí, José Manuel se encarga de engancharlo a su Volvo FH12 y subirlo hasta Galicia, donde arrancará la función. “La idea –confiesa Cirano, que además de director es el propietario del remolque– es cambiar el escenario el año que viene. Me gustaría hacerme con un remolque nuevo”.
La inversión no es baja, obviamente, pero además de los bolos de verano en Galicia, la orquesta tiene su circuito de actuaciones en Canarias durante el resto del año, y además alquilan el escenario para eventos especiales, como Carnavales.
Cuando terminan las pruebas de sonido, toca cenar y coger fuerzas para una noche de descarga latina. José Manuel se retirará un rato a descansar en la cabina, y Mari Carmen ocupará su lugar como “jefa de seguridad” en la escalerilla del escenario. A las 6 se comienza a desmontar el tinglado, y dos horas después el tráiler recupera ya su aspecto normal. Toca entonces descansar en el hotel. Al día siguiente espera otro pueblo, otras fiestas… y la misma alegría sobre el escenario. La que destilan estos artistas y nuestros dos transportistas gallegos.