Marc Pascal lleva 20 de sus 40 años de vida montado en camiones. Aparte de un oficio, lo de conducir cabinas ha sido y es su pasión. Trabaja en el puerto de Marsella cargando contenedores y repartiendo por la región, en viajes de poca distancia, siempre durmiendo en casa.
Hace cinco años, Marc empezó su andadura como autónomo y, poco después, por fin, se decidió a dar el salto a los decorados. Su debut en este mundillo no pudo ser más estelar.
Después de haber trabajado con un MAN y un Volvo FH2 a los que había pintado de rojo Ferrari, hace dos años y medio se hizo con un Volvo FH4 de 540 CV.
El nuevo vehículo le pedía una vuelta de tuerca: mantendría el tipo de rojo pero añadiría una decoración basada en el universo apocalíptico y demencial de la nueva versión de Mad Max: furia en la carretera.
Cuando le preguntamos las razones de esta elección recibimos una respuesta rápida y contundente: “¡Porque soy de Marsella! ¡Por eso quería Mad Max!”, exclama nuestro entrevistado dejando entrever que desenvolverse en el puerto de Marsella es de todo menos un camino de rosas (no en vano, es el puerto comercial más importante de Francia y del Mediterráneo, y el tercero de Europa, tras Róterdam y Amberes).
“La iconografía de la película -explica Marc- me parece fantástica. Las imágenes son perfectas para llevar sobre el camión. Buscaba esa agresividad. La de la versión moderna, ¡eh!, no la antigua -aclara-”. (El film original es del año 1979).
Para conseguir el máximo realismo, el propietario confió en la mano del artista de Valence Thierry Gremilliet, un reputado decorador de camiones francés que recogió la cabina pintada de rojo Ferrari (siete capas de rojo) y se dedicó durante dos meses a trabajar día y noche, siete días a la semana, sobre la chapa impoluta del Volvo.
“Elegimos entre los dos las imágenes que mejor funcionaban, dónde colocarlas y el tamaño”, explica Marc. “Mis únicas peticiones fueron dos: que en el frontal llevara el nombre de “Interceptor” -en homenaje a los Ford Falcon Interceptor que aparecían en la película original- y que en la parte trasera apareciera Immortan Joe (el malo malísimo) en grande con el mensaje “What a lovely day” (¡Qué día más precioso!).
Para el resto de la decoración, Gremilliet tuvo bastante manga ancha. “Entre los dos fuimos eligiendo, descartando, etc.
En realidad, en lo que más interés tenía yo era en que el camión no se convirtiera únicamente en un lienzo con imágenes de la película, sino que realmente pareciera que había salido de la propia película”.
Viendo el resultado, uno puede dar fe de que el artista captó la idea. Además de la fidelidad con los rostros de los personajes de la historia, con el vestuario y con la ambientación, Gremilliet añadió una serie de elementos para dotar al Volvo de cierto parecido con los vehículos que ruedan sobre el desierto en la película.
Dibujó tornillos, añadió óxido y polvo y colocó estratégicamente impactos de bala en la chapa roja del FH4. “No puedo estar más satisfecho”, reconoce Marc. “C’est magnifique”, dice esbozando una sonrisa.
La pericia de los decoradores galos al aerógrafo es reconocida en toda Europa. Todo, absolutamente todo, lo que aparece sobre la chapa de la cabina del Volvo se ha trabajado a mano y con aerógrafo, sin plantillas.
El artista, que se confiesa un enamorado del mundo de los camiones pese a no tener carnet, aprendió la técnica del aerógrafo de manera autodidacta, y hoy en día su firma está grabada en algunos de los mejores decorados de todo el país galo.
Apenas dos meses después de entrar en el taller, Marc ya tenía el vehículo tatuado y solo quedaba añadirle la customización adecuada a base de cromados, que encargó a una empresa especializada.
Hace un año se terminaron los trabajos principales, y no fue hasta el pasado mes de abril cuando el FH recibió una segunda fase de decoración: la plataforma y la quinta rueda.
El Mad Max estaba listo para surcar las carreteras marsellesas y hacer girar las cabezas de todos aquellos con los que se cruzara. Un hecho que se repite a diario, según su propietario. “Todo el mundo se sorprende cuando lo ve, y eso es motivo de orgullo, claro”.
No obstante, mantener un tesoro como este a salvo de arañazos, rascadas y demás amenazas propias del trabajo cotidiano no es tarea sencilla. De hecho, Marc confiesa que, pese a proteger la quinta rueda y los pasos de rueda, el trajín con los contenedores lo mantiene en una perpetua tensión.
Sonríe y parece quitarle hierro al asunto, pero por cómo cuida la limpieza, tanto interior como exterior, uno puede intuir que en las operaciones de carga y descarga Marc va con la misma atención que el propio Max Rockatansky, el protagonista de la peli.
Este Volvo FH4 Mad Max recorre aproximadamente 8.000 km al mes, siempre en trayectos regionales, con contenedores y algún viaje con aceite. Sobre la chapa, una obra de arte que refleja furia, agresividad, polvo, ruido y acción, y toda la locura de un mundo post-apocalíptico, rodeado de llamas y con el brillo de un rojo intenso roto únicamente por los balazos de una batalla imaginaria… o no tanto. Marsella es Marsella.