“Reunir 200 camiones, no es fácil. Ha sido un año muy duro, de organización, permisos, trabajo… pero fíjate qué sonrisa tenemos”. Paseando entre los camiones aparcados en el Mercado Nacional de Ganados de Torrelavega, Conchi Ruiz era la viva imagen de la satisfacción. Ella, su marido Miguel Ángel Gutiérrez y el resto de la tropa del Club 5ª rueda de Cantabria se habían dejado la piel para que el VIII Truck Show Festival de Torrelavega (8 y 9 de abril) fuera lo suficientemente atractivo tanto para participantes como para visitantes.
Y la cosa fue bien. Muy bien. Hasta el sol se apuntó a la fiesta. El mercurio empezó a subir desde primera hora del sábado. Con estos mimbres meteorológicos, ya todo quedaba en manos de los profesionales del transporte y los curiosos que quisieran acercarse al recinto. Al final, éxito: la cifra de camiones participantes rondó los 200 vehículos (entre decorados, customizados, americanos y clásicos) y cerca de 6.000 personas cruzaron la puerta para disfrutar de uno de los festivales del camión más veteranos.
La fiesta arrancó el sábado con el chirrido de las ruedas de los Euskodrifters y Manuel Santos, que empezaron a quemar goma a las 10.30 h. Durante todo el fin de semana, la zona habilitada para la exhibición de derrapes fue, sin duda, una de las que más afluencia de público congregó. A mediodía, Patricia Portilla, la concejal de Festejos del Ayuntamiento de Torrelavega, inauguraba oficialmente el certamen y el recinto empezaba ya a hervir.
En la parte interior del ferial se colocaron los puestos de artesanía, alimentación y marcas del sector, así como la zona infantil y la exhibición de radiocontrol con camiones. Aquí, la sombra daba tregua. Afuera era la zona de bares y comida la que daba un respiro al personal que, pese a las temperaturas veraniegas, disfrutaban como chiquillos bajo el sol. “Hay que aprovechar este calorcito, que por aquí no estamos acostumbrados en estas fechas”, decía un visitante cántabro.
Durante la jornada del sábado, además de la tradicional comida de hermandad, se llevó a cabo un coloquio sobre la historia de los vehículos Nazar a cargo de Xavier Maluquer y Xavier Castells, y se hizo entrega de una placa conmemorativa para la familia de Flora Biosca, fallecida el pasado marzo, y que Solo Camión recogió en nombre de la familia.
El plato fuerte arrancaba a las 18.00 h, con el desfile de decorados y tuneados, que este año, por primera vez, entraba hasta el Parque de la Naturaleza de Cabárceno. Alrededor de 135 vehículos enfilaron la rampa de salida del mercado de ganados haciendo sonar bocinas, sirenas y todo cuanto estuviera a mano. Dentro de las cabinas, familias enteras se hacinaban sonrientes, agitaban brazos por las ventanillas y echaban mano a los teléfonos para inmortalizar el momento. Ni que decir tiene que afuera, en las aceras de Torrelavega, los vecinos de la ciudad se mostraban igualmente ilusionados, sobre todo los niños.
Tras la ruta de rigor, ya una vez en Cabárceno, los participantes tenían el compromiso de mantener el silencio. Nada de bocinazos. La fauna era lo primero. Y todo salió a pedir de boca. “Es la primera vez que entramos y tengo que agradecerle al director del parque, Miguel Oti, la ayuda que nos ha dado y por supuesto a todas las marcas –nos explicaba Miguel Ángel al día siguiente–. Tampoco quiero olvidarme de José Manuel Cruz Viadero, el alcalde de Torrelavega, ni de Isaac Bolado, el director del Mercado”. Lo cierto es que para montar un despliegue como el que vimos hay que manejar contactos, y la gente del 5ª rueda de Cantabria sabe moverse. “¡Hasta en el infierno hay que tener amigos!”, decía Miguel Ángel entre risas. Bien por ellos. Sin duda, los asistentes disfrutaron como locos con este desfile inédito.
Al día siguiente, a las 10.00 h, llegaba el turno para los camiones clásicos. Cerca de una cincuentena de veteranos de nuestras carreteras viajaron hasta Cabárceno, hicieron la parada de rigor y volvieron al mercado. Mientras, en el ferial, los Euskodrifters seguían a lo suyo: ruido, humo y olor a goma quemada. El público, por supuesto, entregado.
A las 14.00 h de la tarde tocaba reponer de nuevo fuerzas. Ahí, el equipo de Chema (el chef oficial) de nuevo dio el do de pecho entre cazuelas. Con el asfalto del recinto aún caliente, los camiones empezaron a desfilar, esta vez cada uno rumbo a su olivo. Satisfechos con el festival, casi tanto como los organizadores, que ya han entregado la solicitud para repetir en 2018. ¡Solo queda un añito!