Cuando en nuestras secciones “Rutas de la memoria”, “Desde la Cabina” o “El Rincón del Restaurador” vemos una foto en blanco y negro, o ese color sepia de décadas pretéritas, las más de las veces se ablandan las facciones de nuestro rostro, se relaja el gesto, se dibuja en nuestros labios una mueca entre la ternura y la melancolía, y hasta viendo según qué ropas o peinados aparecen por ahí, pues también se desata en nosotros la risa más saludable.
No obstante, pocas veces reparamos en que los vehículos que lucen en esas instantáneas eran en aquel momento lo más de lo más, pura magia rodante al alcance de pocos… íbamos a decir de pocos bolsillos, pero no, en realidad donde estaban era al alcance de pocas imaginaciones.
La percepción del paso del tiempo es en ese sentido caprichosa, pero en éste, como en tantos otros aspectos de la vida, tenemos que obligarnos un poquito a madurar, a convivir con las señales que los años te van dejando, huellitas o cicatrices, aunque el reloj interno de uno no coincida siempre con el de la Puerta del Sol.
Clase magistral
Si de todo eso hiciéramos una asignatura, desde luego que en el IV Truck Show Festival de Torrelavega se podría decir que los días 6 y 7 de abril 2013 se celebró una clase magistral. De los 100.000 metros cuadrados que en esta concentración acogieron a camiones decorados, americanos, tuneados y distintos stands, los dos o tres mil en los que se emplazó al vehículo histórico se convirtieron sin duda en aula magna.
Llovió y la meteorología fue muy desapacible, sobre todo el sábado, pero en ese rincón había calorcito y refugio. Los propietarios de esas preciosidades, veteranos la mayoría, pero también muchos jóvenes, y no sólo de espíritu, se dejan fotografiar encantados con sus joyas rodantes, y a poco que les preguntes, te detallan los pasos que fueron dando para llegar hasta allí.
La mayoría compraron el vehículo muy deteriorado o lo han recuperado del parque de vehículos familiar, y lo fueron recomponiendo a ratos, quitándose horas de sueño y buscando el recuperar el fuste de antaño paso a paso, sin ir a buscar el placer inmediato (ese mal vicio tan de nuestros días), sino el deleite paulatino, porque cuando más tarde llega aquello que deseamos, mejor se disfruta.
La zona reservada en las instalaciones del Mercado de Ganados de Torrelavega al vehículo clásico tenía casi más niños y niñas en sus fronteras que el enclave mismo del espacio de actividades infantiles. El magnetismo que despierta en un pequeño ese vehículo antiguo es de cuarta dimensión, como el amor que un nieto recibe de sus abuelos, que es una liga distinta a la que juega el amor más natural e instintivo que hay entre padres e hijos.
Tenemos mucho futuro
En ese capítulo es un auténtico placer para los que trabajamos en Solo Camión ver cómo nos van creciendo nuestros niños concentración a concentración. Aquellos Miguel Cea, Barrio o Mon que iban de las manos de su papá o mamá a un evento camionero, o a dirigirse con rubor a los que escribimos en su revista favorita, hoy son ya adolescentes a los que les puede haber cambiado la voz, pero que mantienen envidiablemente intacta su idealización por el mundo del camión.
Hay que pegarse a estos muchachos (y muchachas también, todo hay que decirlo) para contagiarse de entusiasmos que en estos tiempos de crisis tan esquivos se nos muestran a veces. Representan un salto de entre 3 y 4 generaciones en relación con esos camiones que admiran, pero asocian longevidad con belleza, y eso es una tremenda buena noticia.
Empezamos a escribir este artículo con la misión de no extendernos demasiado, para dejar el mayor espacio posible a las fotografías de los verdaderos protagonistas, que son los propietarios y restauradores de los clásicos presentes en Torrelavega, así que para que eso se cumpla, hay que dejar de teclear ya mismo.
Bueno… permitidnos sólo unas palabritas más: Gracias por la vitalidad que transmitís los amantes de los camiones antiguos. Y ahora sí, pasen a esa caja de los recuerdos a la que nos invita ese niño cuya foto da inicio a nuestro reportaje, y cuando se cierren las puertas, prepárense a disfrutar sin prisa con cada imagen aparecida ante nuestros ojos.
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