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El Freightliner Classic, la leyenda de la Perla Negra

Nos encontramos en el Truckers Jamboree de Walcott, uno de los muchos concursos de camiones que durante el verano se celebran en tierras estadounidenses. Y, como todo por aquí, el evento es gigantesco. Paseamos entre decenas de tractoras decoradas dejándonos asombrar a cada paso por la siguiente maravilla.

Los enormes “rigs” -que es como los norteamericanos llaman coloquialmente a las tractoras- compiten entre ellos en originalidad, iluminación, pintura y acabados interiores. Es la última tarde de exhibición y los propietarios ponen toda la carne en el asador. Ajustan bombillas, pulen cromados, limpian asientos… La explanada del “truckstop” Iowa-80 es un hervidero.

De repente, la multitud se detiene enfrente de uno de los vehículos y lo acribillan a fotografías. Como abejas en el panal, los curiosos no se mueven de allí.

Apenas podemos ver lo que se esconde detrás. Escuchamos frases de admiración, el continuo click de las cámaras y varios “congratulations!” que nos hacen pensar que estamos ante uno de los premiados.

Nos abrimos paso, cámara en mano, y nos topamos de frente con “La Leyenda de la Perla Negra”, este impresionante Freightliner 2000 Classic XL al que sus dueños, el matrimonio Brinker, han decorado de arriba abajo, detalle a detalle, con los motivos de la película “Piratas del Caribe”.

Ya saben, el capitán Jack Sparrow, la Perla Negra, el temible Davy Jones, Barbossa, el Holandés Errante… el mundo de bucaneros que Disney creó en 2003 y que, desde entonces, se ha convertido en todo un fenómeno de masas.

Al rato de contemplar por los cuatro costados de este Freightliner Classic, nos fijamos en un fornido señor con gorra y camiseta negra -esta última con la figura de una calavera con sombrero pirata y dos sables– que parece estar dando las gracias a todos los que estamos allí.

Luce perilla canosa, piel bronceada y sonríe feliz. Es Bob Brinker, y está exultante porque acaban de confirmarle que ha ganado el segundo premio en la categoría de mejor iluminación exterior y el primer premio en las de mejor trabajo de pintura, mejor interior y mejor vehículo del grupo 1998-2004.

Freightliner Classic Pirata

Un saco de trofeos y el reconocimiento de todos sus compañeros de trabajo. Con cuidado, nos acercamos al “capitán” de “La Leyenda de la Perla Negra”… y le abordamos.

Bob y su mujer Shelley son dueños de la empresa Brinker Trucking, especializada en el transporte de acero y planchas de madera. La compañía, con sede en Grayling (Michigan), cuenta con varios vehículos, pero éste es, sin duda, el camión bandera.

Pese a la exquisita decoración, tanto en lo que se refiere a pintura como a cromados e iluminación, Bob nos confirma -él es el conductor y da fe de ello- que el Freightliner trabaja como el que más, arrastrando una plataforma y recorriendo cerca de 230.000 kilómetros cada año.

En total, el Caterpillar de 550 CV que mueve esta maravilla lleva ya más de 1,5 millones de kilómetros a sus espaldas.

Bob nos cuenta que compraron el camión en 2004 y que lo decoraron casi de inmediato. Desde entonces, el éxito del vehículo ha sido constante, tanto entre los jurados de los concursos como entre los curiosos con los que se topa en las áreas de servicio. “Está siendo todo abrumador”, nos asegura recolocándose la gorra.

“Todo el mundo adora a este camión. Creo que nunca en mi vida he dicho gracias a tanta gente como en los últimos dos días. Pero es que es así allá adonde vayamos”. De hecho, desde que el matrimonio se animó a pasear su “tesoro pirata” de festival en festival, es difícil que otro decorado les arrebata un premio.

Y, además, el público siempre está de su parte por las simpatías que despiertan los personajes de la película entre los más jóvenes. “El hecho de que la película se haya hecho tan popular -explica Shelley- hace, indudablemente, que la gente se detenga más aquí que delante de otros vehículos”.

Cabe decir también que el matrimonio tiene un gusto exquisito y fomenta la curiosidad de los visitantes: un cofre descansa en la parte trasera, con una gaviota como escudera; un ancla enorme desciende del motor y descansa junto a una de las ruedas; un loro reposa sus plumas en uno de los peldaños de acceso a la cabina…

Detalles que marcan la diferencia con el resto de concursantes y que han hecho que el matrimonio Brinker no haya parado de acumular trofeos, desde Walcott hasta Dallas, pasando por el Truck Show de Las Vegas.

Freightliner Classic Pirata

Bob y Shelley disfrutan del reconocimiento y agradecen el apoyo de todos. Si pueden, uno a uno.

Cuando adquirieron el vehículo, la pareja ya sabía que iban a decorarlo de arriba abajo, “como hacían los camioneros en los 70 y 80”, dice Shelley. “Nos gusta la idea de que las paredes del vehículo sirvan de lienzo para que los dueños expresen algo que llevan dentro”.

Poco después de comprar el Freightliner, cuando los pintores ya habían terminado el diseño original (un enorme dragón desde la cabeza hasta el rabo que cubriera toda la chapa), una de las hijas de los Brinker, Amie, falleció inesperadamente.

Durante los siguientes meses, Bob y Shelley decidieron que lo que realmente les apetecía era convertir su vehículo en un monumento conmemorativo en honor a su hija.

Ya que la joven Amie era una fiel seguidora de las andanzas del capitán Jack Sparrow, decidieron repintar todo el Freightliner y convertir el dragón en un enorme templo bucanero, con Sparrow al frente, por supuesto, pero no en solitario: sobre el morro del camión, acompañando a Johnny Depp, e igualmente ataviada con la indumentaria de pirata, aparece Amie, con una sonrisa de oreja a oreja.

“Cambiamos toda la decoración para crear un monumento en su honor y decidimos buscar un tema que a ella le gustara”, nos cuenta Bob. “No lo ha podido ver en vida, pero estamos felices porque hoy sus hijos y sus dos hermanos lo disfrutan muchísimo”.

El diseño y la realización de todo el trabajo de pintura fue realizado en Canadá, en la localidad de Sault Ste. Marie (Ontario), por el artista Al Proulx, que tuvo que emplearse a fondo para lograr un producto atractivo y con tantos detalles como fuera posible.

La transformación es impresionante: el motor ha sido pintado con aerógrafo para convertirlo en un cofre de madera, los tentáculos de un enorme pulpo serpentean por ambos costados y varios personajes de la película se dejan ver a izquierda y derecha.

¿Vale la pena dedicarle tanto esfuerzo económico a una herramienta de trabajo? Desde un punto de vista puramente de negocio, invertir miles de dólares en pintura, cromo y trabajos de decoración -además de los cuidados y la limpieza que se derivan- no parecen tener mucho sentido económico.

Sin embargo, cuando hablamos de camiones decorados, no podemos olvidar que hablamos de sentimientos.

Y eso es así en Estados Unidos y en España o en Francia. Los Brinker no tienen duda. Primero, es una forma de recordar a su hija. Y segundo, para la mayoría, son piezas de arte que reflejan las inquietudes del propietario, y nunca tiene que ver con el dinero. “Nadie decora su herramienta de trabajo pensando en el dinero”, nos dice Bob.

“Ni siquiera los premios que podamos recibir pueden cubrir la inversión hecha. Se trata del orgullo del dueño y del amor a esta profesión. Cuando venimos a este tipo de concentraciones -sigue Bob- y vemos el recibimiento que tenemos, la cantidad de gente que quiere hacerse fotos con el camión, que nos quiere saludar… es entonces cuando todo adquiere sentido”. ¡Feliz travesía, piratas!

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