El salto a la electromovilidad requiere de un minucioso estudio que concluya en si esta decisión es viable o no. Los transportistas necesitan el asesoramiento, más que nunca, de profesionales que estudien al detalle sus necesidades. Miremos qué puntos son decisivos para dar este paso.
Los vendedores de vehículos industriales se han convertido en consultores cuando se trata de unidades eléctricas. En la actualidad, cobra más sentido que nunca recabar información, analizar y proponer la solución más adecuada, si es que la hay.
Tal y como lo ve el experto en electromovilidad que hemos consultado, Mario Morato, del distribuidor Renault Trucks Pedro Gutiérrez Liébana, es cuestión de tiempo que evolucionen las tecnologías y todo coja forma. Pasarse a la electromovilidad es un cambio muy importante que debe masticarse y digerirse despacio. Las prisas no son buenas consejeras.
Por eso es muy importante la labor de consultoría que realizan los concesionarios con los usuarios. Analizar muy bien cada caso, porque supone una apuesta muy grande para las empresas. Los concesionarios son muy conscientes de que no pueden permitirse el lujo de vender un camión eléctrico a una empresa que en dos meses los llame que no llega al kilometraje previsto y que se queda tirado en mitad de la ruta.
No hay una solución universal para todo el mundo y va a haber empresas que no van a tener una solución eléctrica, por el momento. Transportistas que cada día hagan una ruta distinta sin trayectos predefinidos no tienen opción de entrar en la electromovilidad. Todavía necesita de camiones polivalentes que le permitan hacer tanto 100 como 600 kilómetros sin estar pendiente de encontrar una electrolinera o llegar a su base.
Toda esta situación y cambio tan grande va a estar en constante evolución. Al final va a obligar a todos, tanto grandes cadenas y empresas como a los pequeños, a cooperar entre ellos para llegar a un objetivo común.
Llegará un punto en que se pedirá reducción de emisiones de forma general, habrá sanciones y todas las empresas, aunque por sí mismas no puedan hacerlo, como es un interés global, entre ellos se van a tener que ayudar, puesto que las emisiones son compartidas. Tanto el grande como el pequeño tiene que reducir emisiones, van a tener que cooperar.
Ahí estará la viabilidad de que, en algún momento, la electromovilidad llegue a ser totalmente rentable. La solución pasa por el aprendizaje de ajustar la actividad al camión que se compra.
Con los vehículos pesados eléctricos el usuario se debe plantear nuevos retos con una visión del transporte algo diferente a lo que está acostumbrado. Es decir, con los vehículos de motores de combustión era el vehículo el que se adaptaba a todo tipo de transporte, recorridos, necesidades y exigencias de las rutas.
Hoy por hoy, con la tecnología eléctrica, es la actividad la que debe ajustarse al camión. Con los camiones convencionales (con motor de combustión), el usuario sabe qué necesita y qué quiere, algo que no sucede con esta novedosa tecnología que recién comienza su andadura.
De este modo, para elegir la mejor opción y el eléctrico que responderá a las necesidades de nuestra actividad, el usuario debe dirigirse al experto en electromovilidad del concesionario.
Con él se iniciará todo un proceso consultivo para estudiar las rutas y la actividad que desarrolla la empresa. Entre los trayectos se escogen entre tres y cuatro que pudieran ser efectivos y susceptibles para realizarse en vehículo eléctrico.
En caso de tratarse de grandes empresas, muchas de ellas, con los programas de gestión de flotas, ya cuentan con análisis profundos de estas rutas; en caso de empresas pequeñas, el estudio es más manual.
Se tienen en cuenta la orografía por donde se transitará, kilometraje total, se toman puntos de control intermedios, lugar de partida, fin de la ruta, paradas intermedias, si la base tiene disponibilidad de instalar la infraestructura necesaria como son los cargadores, así como si hay posibilidad de integrar o aprovechar puntos de recarga de baterías en lugares intermedios durante cargas y descargas de mercancías. En fin, una radiografía detallada de lo que deberá afrontar el camión en su día a día.
Una analítica completa
Todos estos datos se vuelcan a simuladores que han desarrollado los fabricantes de vehículos industriales, precisamente para calcular la viabilidad del uso de un camión eléctrico, teniendo en cuenta los modelos fabricados y los paquetes de baterías que ofrecen, para proponerle al transportista la alternativa más efectiva y decidir en qué ruta o rutas puede ser más rentable el eléctrico.
En concreto, en la herramienta desarrollada por Renault Trucks, pueden incluirse parámetros como las veces de apertura de portones, pérdidas de frío en vehículos isotermos o frigoríficos, usos de la puerta elevadora, entre otros, para calcular la recuperación de frío necesaria por una parada de unos 40 minutos, con el consecuente incremento de consumo energético.
Con todos los datos introducidos en el simulador, se calcula la necesidad. La evaluación dará el pack de baterías que mejor se ajuste a las necesidades, con relación al consumo energético para que nunca se quede corto.
Como apunta Mario, el día uno y muchos otros el camión no tendrá problema para llegar a ese consumo, pero a medida que avancen los años y, si tenemos en cuenta que se hace una venta en función de la vida de las baterías, se irá deteriorando y se irá degradando, así que la autonomía también disminuirá en consecuencia. Por este motivo, el pack siempre se calculará a día último de la vida de las baterías, garantizando siempre que se vayan a cumplir las autonomías dispuestas en un inicio.
La simulación siempre busca el peor marco y el panorama más exigente para el vehículo para garantizar su vida útil. En definitiva, se trata de dar salida a un rompecabezas donde el cliente debe percibir que no solo el asesoramiento inicial sino también el acompañamiento de la marca durante todo el proceso está más que presente en todos los aspectos.