La carretera N-340 ha vuelto a cobrarse dos víctimas. Por lo visto, de nada están sirviendo las movilizaciones vecinales de los pueblos que atraviesa esta vía. Tampoco los cortes de tráfico que, con sus camiones, protagonizaron empresas de transporte adscritas a la CETM, solicitando la gratuidad de la autopista.
El Ministerio de Fomento parece desoír las peticiones de los alcaldes, asociaciones vecinales y otras entidades de las poblaciones por las que transcurre la carretera N-340. No se han realizado gestiones oficiales con la empresa concesionaria de la autopista para que el conflictivo tramo pueda ser utilizado de modo gratuito hasta que las obras del desdoblamiento de la N-340 sean una realidad. Unas obras que visto, lo visto, podrían durar más que las de la inacabada Sagrada Familia de Barcelona.
María Seguí, la directora general de Tráfico ni siquiera se ha personado, ni ha visitado, ni se ha entrevistado con las autoridades competentes para tratar de hallar una solución conjunta a un problema tercermundista que registra una de las principales arterias de nuestra red vial. Lo mismo ha sucedido con Ana Pastor, la ministra de Fomento, que ni siquiera en épocas electorales ha sido capaz de acercarse a las Terras del Ebre para aportar soluciones o alternativas al gravísimo problema que acecha a los usuarios que diariamente emplean la N-340 para dirigirse al trabajo o a sus lugares de residencia.
Mientras tanto, el trazado sigue sumando víctimas. ¿Víctimas de la inoperancia?, ¿de la incompetencia?. Sí, pero son víctimas, son pérdida de vidas humanas y eso resulta sumamente doloroso para todos, ¿o no?.
¿Y mientras tanto?. La única aportación del Ministerio de Fomento ha sido la creación de un sinfín de rotondas a lo largo de determinado trayecto, así como la prohibición de llevar a cabo adelantamientos a lo largo de la siniestra carretera N-340, … ¿Así, hasta cuándo?. ¿Cuántas víctimas hacen falta para que se solucione el problema?