Solo cuatro años después de que Volvo patentase el nuevo invento de Bohlin, quien se había inspirado en el que utilizaban los pilotos aéreos, la marca sueca lo incorporaría de serie en todos sus turismos como un elemento de seguridad pasiva.
Sucedía en 1963 y paulatinamente la marca vendría incorporando otros elementos de seguridad, como los pretensores, que nos ajustan el cinturón al cuerpo ante una frenada previa al impacto, así como otros aditamentos que nos eviten correr una serie de riesgos cuando lo que pudimos evitar sucede de uno u otro modo.

Seguridad, seguridad, seguridad…
Creo que existe un eterno dilema que nadie nos ha contestado nunca. Cuando nuestras autoridades nos hablan echando mano de las estadísticas y nos explican que este año, o el anterior, han conseguido bajar la tasa de mortalidad en las carreteras, no llegan a esclarecernos si ello fue por la mejora del estado de las carreteras, por la educación, civismo y formación vial de los nuevos conductores o simplemente porque camiones y coches, también las motos, cuentan con una serie de dispositivos capaces de corregir nuestros errores en la conducción, solventándonos así una papeleta de riesgo que, sin la intervención de la electrónica al servicio de la seguridad activa, seguramente habríamos terminado de otro modo.

Pero el objetivo del grupo Volvo por salvar vidas y ofrecer en sus camiones o coches sistemas que ofrezcan unas mayores garantías en los capítulos de seguridad pasiva o activa los llevó a crear un grupo de intervención o mejor dicho investigación en seguridad para dotar a sus vehículos de sistemas que puedan prevenir el accidente o que, de ocurrir este, lleguen a proteger las vidas de los ocupantes.
Crearon así, hace ahora cincuenta años, un Equipo de Investigación de Accidentes (ART, en inglés), cuya finalidad es desde su creación analizar y recopilar todos los datos que se deriven de un accidente de tránsito en el que se han visto implicados. El equipo trabaja en estrecha colaboración con la Policía sueca para recopilar toda la información posible después de un accidente.

Esa información conforma una sólida base, un sólido archivo para seguir diseñando y construyendo camiones seguros, tanto en lo concerniente a la protección del conductor como con otros automóviles o peatones. Se consiguen de este modo puntos de la carrocería con deformación programada, materiales envolventes en caso de impacto, se busca una determinada rigidez de la cabina, fortaleciendo los puntos más débiles, etcétera.
Para ello este equipo de investigadores tiene establecida una red de investigación multidisciplinaria en un campo tan extenso y complejo como es el de la seguridad.

Después de un accidente son parametrizados todos los datos que se han recogido en los instantes después en que se hayan activado los servicios de emergencia y hayan retirado a los lesionados. Este trabajo, aunque nada tiene que ver con los ensayos de crash-test que vienen realizando en los laboratorios de la firma sueca, sí está muy vinculado porque se pueden trascribir o cotejar los resultados de laboratorio frente a un accidente real en condiciones reales de tránsito o trabajo: un aspecto son los estudios y otro los resultados.

Anna Wrige Berling es la directora de Seguridad de los productos Volvo, quien aclara que después de los 1,35 millones de personas que mueren cada año en el mundo en accidentes de tráfico, “para nosotros la seguridad es un aspecto fundamental en los camiones Volvo”. Anna Theander es la responsable del equipo de investigación de accidentes: “Creamos esta área en 1969 y desde un principio el objetivo era y es conseguir un tráfico más seguro y mejorar el diseño de nuestros camiones”.