Ya nos plantamos en agosto, que son días, por regla general, de relajarse un poco, si es que podemos considerarlo de tal modo. La historia no está para demasiados festejos ni para tirar cohetes, pero quizás es la hora de aminorar la marcha, olvidándonos un tanto de la situación en la que estamos, en la que nos han metido y de la que ya veremos cómo vamos a salir. Septiembre lo tenemos ahí, a la vuelta de la esquina.
Tradicionalmente es un mes que nos espera siempre con la misma insidia. Con el esfuerzo que exigen los gastos extras de la nueva temporada escolar: libros, uniformes, equipamiento deportivo… Este año la inquina será doble. Nos encontraremos con la aplicación de la subida del IVA y los recortazos que están pegando estos inútiles. Asistimos perplejos a la poda que están haciendo en servicios sociales, prestaciones en sanidad, enseñanza, formación, recortando a diestro y siniestro, sin ton ni son, y podemos observar cotidianamente los infructuosos efectos que resultan del desmoche administrativo. La monda sólo nos alcanza a los de siempre. Vean cómo han trincado al antiguo presidente de la patronal con cinco millones de euros fugados a Ginebra. En este país, el saqueo no tiene límites ni conoce de colores de sangre. Ésa es la misma patronal a la que “Rajoy and the Wailers” le sirvieron una reforma laboral a la medida que ellos dictaron. Era para fomentar la creación de empleo, decían. Miren por dónde va el número de parados desde aquello.
Septiembre, por lo visto, será calentito, como octubre y ese otoño que ya advierten algunos sindicalistas subvencionados. Porque aquí, menos el transporte y el gasóleo, todo se subvenciona. En fin, lo vamos a dejar en este punto porque son fechas estivales y lo que deberíamos hacer todos es sacudirnos el cabreo, tratando de pasar unos buenos días de playa, montaña, bronceador y chiringuito. Son jornadas en las que mucha gente inexperta sale a la carretera, igual que el que se echa a practicar senderismo con chanclas. Si tenemos que rodar, es que somos unos privilegiados porque no nos falta un porte, pero hay que extremar precauciones ante el éxodo estival.
Nosotros, y muchos de vosotros ya estáis al corriente, hemos abierto un nuevo canal de comunicación a través de Facebook que viene a ampliar el “Desde la cabina” impreso. Cierto que por nuestra trayectoria profesional estamos más próximos al planeta de Hans Gutenberg (inventor y padre de la imprenta) que de la constelación de Steve Jobs. Sin embargo, entendemos que los bulevares de la informática, eso que se ha dado en llamar las redes sociales, resultan un complemento ideal a nuestra labor editorial. El papel, como la radio o el autónomo, no desaparecerá nunca. Esta murga es algo que venimos escuchando desde hace años. La televisión tenía que acabar con las ondas hertzianas y ya ven ustedes. Desde que estoy en esto del transporte vengo oyendo que el autopatrón tenía los días contados. ¿Y quién nutre las carreteras de camiones para cumplir con las exigencias de la sociedad actual? Pues con el papel, a pesar de tanto profeta de la cibernética, sucede tres cuartos de lo mismo. Que ahí estaremos para contarlo.
Felices vacaciones, que ya nos darán motivos para cabrearnos los mamones de siempre.