Qué lejos queda aquel blues que los granadinos de La Guardia dedicaron a la vieja nacional popularizándola mediada la década de los 80. Y quién les iba a decir a ellos, así como al resto del personal sangrado por los impuestos, que 28 años después continuaría sin desdoblar en los tramos comprendidos entre Alfajarín y Fraga, el que cruza el desierto de los Monegros, y el de la provincia de Girona, que transcurre desde Tordera hasta Le Pertus. Esa vía natural que une Madrid con Barcelona y La Jonquera, la puerta hacia Europa, se ha convertido en una vergüenza nacional, por lo menos para aquellos que todavía la conservamos intacta.
Porque ya ven ustedes que la clase política ni conoció, ni conoce ni conocerá ese sentimiento. Si no, cómo se explica que desde que se aprobó su desdoblamiento han pasado por el alto cargo del Ministerio de Fomento ministros de todas las raleas políticas. Empezamos con Josep Borrell, el sociata que trató de cargarse la mitad de las hoces del río Cabriel, cuando construía la A-3 entre Valencia y Madrid o viceversa. Un paraje natural entre Cuenca y Valencia que sólo la labor de los grupos ecologistas salvaron de los bulldozers de Fomento. Luego vendrían Arias-Salgado, Álvarez Cascos, Magdalena Álvarez, José Blanco y la actual Ana Pastor.
Pero nada o muy poco se ha adelantado en este sentido. ¿Qué ha sucedido durante el transcurso de todos estos años? ¿Dejadez política, oscuros intereses económicos, ha fallado la tómbola de los concursos en las licitaciones de las nuevas obras…? Sea como fuere y tal como está el patio, vaya usted a saber por dónde van los tiros en la ciénaga de la corrupción o en los albañales políticos.
Lo único cierto es que una carretera como la que nos ocupa continúa sin desdoblar. Es como un mal sueño del que sólo se despierta cuando nos desayunamos el cruasán con leche mojándolo en las noticias matutinas de un nuevo accidente con víctimas mortales. Los municipios afectados por el tráfico han decidido cortes diarios después de la última muerte (esperemos que realmente sea el punto y final de los desaparecidos por esa vía) acontecida en el tramo de Bàscara. Porque lo peor de todo, los daños que irremediablemente no tienen solución, son los fallecidos por culpa de la desidia y el desinterés administrativo.
Y aquí van todos en el mismo saco. No entendemos de colores ni de partidos políticos, ni de balones fuera o en el tejado del vecino. El daño que se produce cuando hay una víctima de por medio es insustituible y el número de muertos es alarmante. La puerta de Europa se ha convertido en el matadero de Europa, una vía que ya no puede con el tránsito, que reclama soluciones urgentes, medidas que no sean improvisadas y cuyos costes adicionales no vayan a recaer sobre las exprimidas lumbares de los de siempre: sobre las espaldas del transportista.
No sabemos qué letra habrían dedicado hoy los granadinos de La Guardia en su blues de la N-II, así que la acabaremos como en la versión original: “Tantas bajo el sol, escuchando a los Stones, un camino sin final, pero a mí qué más me da. Gracias por todo esto, adiós, nunca más feliz fui yo, como en la Nacional II”.