El Scania S590 de Aitor Álvarez

·  Un post de Jesús García
Tiempo de lectura: 5 min.

Transformado a voluntad por el gallego Aitor, este distinguido Scania S590 transpira elegancia y distinción por cada uno de sus ángulos.

Para deleite nuestro, este joven de 35 años nos revela, nada más empezar la entrevista, que se apoyó en la vídeo prueba de Solo Camión del Scania S590, color azul cielo, para tomar la decisión final de comprarlo.

“Me gustó su presencia y el rendimiento general que ofrece. Soy un fan de la fiabilidad y durabilidad del V8. El camión me va como el primer día, y con la caja de cambios y la nueva tecnología me he dado cuenta de que han bajado bastante los consumos.

Mi hija Noa tiene además el azul como color preferido, y de ahí –sonríe pensando en ella– que en mi acabado final este color y el blanco sean los colores que destaquen”.

A pesar de su corta edad, este orensano de Verín lleva ya prácticamente media vida al volante, pues con 18 comenzó llevando una furgoneta de ida y vuelta a Madrid. En 2009, su abuelo, también camionero, le pago los carnets de rígido y tráiler.

scania a590

“Fijaos lo que son las cosas –reflexiona–. Mi abuelo me pagó esos permisos con lo que él dice que había ahorrado de algunas dietas. Este detalle refleja lo mucho que han cambiado las condiciones laborales en nuestro oficio”.

Un autónomo de Verín le dio su primera oportunidad y Aitor fue enlazando tráilers. Al tiempo probó el vivir casi un año en Suiza, porque su mujer es de allí, pero al no adaptarse al nuevo país volvieron a Galicia y en 2014 inició su periplo como autónomo. Un acierto, a la vista del camión que atesora, con el cual hace la ruta fija Vigo-Barcelona con material de automoción para Stellantis.

A caballo entre el estilo holandés y otros conceptos más modernos, a nuestro verinense le gusta decir que su Scania es un injerto propio.

La cabeza de águila del emblemático grifón de Scania, con el pico abierto en ademán de engullirse las ventanillas, es una imagen que transmite muchísima fuerza.

“Lo vi en un camión de Eslovaquia y le hice una foto para plasmarlo en mi camión. Como en este caso –prosigue Aitor–, muchas de las ideas que he trasladado a mi realización final las he cogido de revistas como esta, con lo que el collage final tiene muchos padres.

Puse las luces del spoiler inferior, las defensas con barras laterales y delanteras, la visera, el letrero con el nombre de mi hija Noa, una barra superior de luces con 6 focos, así como las luces traseras y laterales.

Hay detalles que llaman mucho la atención –continúa–, como el grifón de Scania que se ilumina debajo de las letras Noa, o una luz ambiental que por la noche, al abrir la puerta, refleja en el suelo la imagen V8”.

El interior, al margen de un par de luces rojas y el suelo que ha tapizado en gris, no ha sido aún muy alterado por Aitor.

“En un futuro quiero tapizarlo todo por dentro, pero el camión lo estrené en febrero de 2022, y aún espero que se desgaste un poquito lo llegado de fábrica, que también tiene su punto.

Al comprar el camión le pedí al fabricante que no pusiera cama arriba, así que dispongo de un amplio espacio para armarios, tele, microondas o cafetera, de manera que puedo moverme con soltura por el interior”.

Confiesa Aitor no haber ido a ninguna concentración, aunque tiene ya ganas de estrenarse en una. “Lo que pasa –se lamenta– es que en Galicia es como si estuviéramos un poco apartados del mundo. Tú vas por la AP 7 y 9 de cada 10 camiones son extranjeros; sin embargo, en Galicia, nos conocemos todos en un área de servicio”.

Aitor pertenece a la Asociación de Transportistas Autónomos de Verín (ATRAPARVE), y desde ahí se esfuerza en luchar a favor del pequeño empresario camionero. “Quitando Vigo y A Coruña, en Galicia no tenemos industria alguna, y por eso las grandes logísticas no pueden quitarte lo que no hay, pero no podemos relajarnos, porque la política en este sentido, y ya se ve en toda España, parece dirigida siempre a favorecer a las cinco grandes, y hay que remar para que todos seamos necesarios”.

El propietario

Aitor reconoce que su ruta es sota, caballo y rey. Parte de Verín y pernocta en Hormilla, cerca de Logroño, y la vuelta de Barcelona hace parada en Tudela.

Le gusta su trabajo por la emancipación que siente, pero echa de menos tener más contacto con otros camioneros y, sobre todo, una convivencia más regular con su mujer y su hija Noa.

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